Por Alma Burgos Simón
En México y Yucatán muchas colonias y fraccionamientos —principalmente los más nuevos— tienen casas que pueden parecerse mucho entre sí, debido al sistema que mayoritariamente se maneja en el país para el acceso a vivienda.
Por eso cuando las están construyendo, todas son igualitas y ya cuando son vendidas cada uno le da su estilo.
Algo parecido pasa en Reino Unido solo que, elevado a la décima potencia, porque ahí todas las casas parecen exactamente la misma.
Detalles son los que te avisan que has pasado de una casa a la otra, como tamaño o la delimitación de los jardines, pero fuera de eso, no importan donde camines, desde Londres, hasta la pequeña ciudad de Sheffield donde yo vivía, todo parece lo mismo.
Aquel estilo que han replicado desde la edad media, lo que hace a este país perfecto para hacer películas de época, porque podrían filmarla en la más reciente urbanización y parecería que ahí mismo nació el famoso asesino Jack el Destripador.
Son en su gran mayoría casas recubiertas con una piedra que puede ser de color café o rojizo, con una chimenea y, predominantemente de 4 plantas: desde el sótano hasta el ático.
Aunque también existen los edificios estilo condominios, donde cada piso es un hogar independiente. Lo que no cambia es el estilo.
Mi esposo y yo vivíamos en lo que se podría llamar un pequeño departamento independiente que medía unos 4 metros de ancho por unos 12 de fondo, conformado por una cocina pequeña, área de estar con un sofá y televisión, una recámara al fondo y unas escaleras que conducían al baño; eso sí éste tenía tina.
La casa no tenía espacio suficiente para un comedor, por lo que compramos una pequeña mesa plegable por Amazon y la colocábamos frente al sofá, que básicamente era el único lugar para sentarse, porque no teníamos más sillas.
Por este módico espacio pagamos una renta mensual de 380 libras esterlinas, que como ya platicamos, de acuerdo con el tipo del cambio del día serían entre unos $9,500 a unos $10,500 mensuales.
El departamento tenía una peculiaridad, en realidad formaba parte de una casa más grande que se encontraba sobre la cima de una colina. La puerta principal estaba en la parte más alta, mientras que su sótano quedaba en una parte más baja, por lo que este no podía ser visto por el frente, pero sí por el patio.
Por esta razón, el dueño, un hombre llamado David, decidió separar ambos espacios, por lo que otras personas vivían del primer piso al ático, mientras que mi esposo y yo en el sótano, que tenía entrada independiente por la parte trasera.
Esto traía un solo problema, como teníamos que entrar por atrás y la casa era la quinta desde la esquina más cercana, debíamos de atravesar 4 patios para llegar a la nuestra. Una actividad común en ese país porque muchas casas tienen distribuciones en las que incluso varias viviendas comparten patio, pero para mí nunca dejó de ser extraño.
Muchas mañanas al salir de casa y atravesar los patios para llegar a la calle o viceversa, me topaba con los vecinos en estos espacios haciendo parrilladas, jugando con los niños, leyendo un libro o bebiendo una cerveza, por lo que sentía que debía disculparme por tener que pasar por su terreno.
El departamento venía semiequipado: refrigerador, microondas, una televisión, cama, una chimenea y una lavadora que se encontraba instalada en la cocina. Esto es una práctica muy común en Inglaterra, la cual encontré bastante curiosa al principio.
Además, como yucateca nunca me había tocado vivir en un espacio en el que tu techo sea el piso de alguien más, por lo que cada tanto se podían escuchar pisadas, muebles moviéndose de lugar, risas y cuando hacían fiesta casi sentías que estabas allá.
Como les comento, la distribución era un tanto extraña, para nosotros el baño quedaba en un segundo piso, porque teníamos que subir las escaleras para llegar a él, pero tomando en cuenta que en realidad estábamos en el nivel del sótano, al subir llegábamos a lo que sería la primera planta de la casa principal.
Y aunque obviamente el baño estaba totalmente aislado del resto de esa planta para hacerlo independiente, esta pared colindaba con lo que sería la cocina de “la otra casa”.
Como en su cocina estaba la lavadora, cuando me metía a remojar en la tina y a ellos les tocaba lavar podía sentir el baño vibrar, por lo que casi se convertía en un spa con masaje incluido y todo.
Una de las mejores cosas del departamento era su ubicación, desde el patio se tenía una hermosa vista de gran parte de la ciudad al encontrarnos en la cima de la colina.
Era una casa muy pequeña, pero acogedora, a la cual con el paso de los días nos acostumbramos a llamarle hogar.
Continuará…