Una yucateca a la hora del té inglés. Parte V. La Navidad

Por Alma Burgos Simón

Las fiestas no se viven igual en todas partes del mundo y una que justamente tiene matices diferentes en el Reino Unido que en México y mi lindo Yucatán es: la Navidad.

Los que nacimos y vivimos en esta parte de México estamos acostumbrados que la “fiesta grande” es la de la cena la noche del 24, la que en realidad es Nochebuena, mientras que el 25 de diciembre, que sí es Navidad, la consideramos el día del recalentado y de andar en pijamas todo el día.

Bien, del otro lado del charco, los británicos no celebran —pero para nada— la Nochebuena. No hay estreno, ni comida ni reunión, es un día más en el calendario.

Para ellos lo bueno viene el 25, es decir, Navidad. Su costumbre es reunirse en familia para almorzar diversos guisos, entre ellos también tienen en su menú al pavo, pero como ya platicamos en una historia pasada, no es que tengan muchas opciones tradicionales. 

En realidad su fuerte no es la comida, sino el postre, ahí sí le entran a todo, tienen una gran variedad de dulces, desde pasteles como el Victoria Sponge, que lleva dicho nombre en honor a una monarca de ese reino y que le encantaba acompañar su afternoon tea con algo dulce.

Cupcakes de todos los sabores, helados —sí, aún en invierno y con ceros grados comen helado—, chocolate en todas las presentaciones, en fin les encanta comer postres. 

Además, por si se lo preguntan ellos también decoran sus hogares y ponen el pino navideño, pero no hay nacimiento debajo de él, pues la mayoría del país profesa la religión anglicana que, según la historia, fue creada por el Rey de Inglaterra Enrique VIII, ya que quería volver a casarse, sin embargo, la religión católica no le permitía anular su matrimonio anterior, por lo que desesperado de amor, creo su propia religión.

Este hecho marcó la ruptura de Inglaterra con la religión católica, aunque hoy día en ese país viven personas con diversos credos y religiones.

Otro dato curioso es que, si bien “creen” en Santa Claus, ahí los niños deben esperar un poquito más para recibir sus obsequios, porque a diferencia de en Yucatán, donde los chiquitines se van a dormir el 24 para despertar la siguiente mañana con sus regalos, en el Reino Unido estos no se entregan hasta el día 26.

Y aquí, los niños le dirigen su carta a Christmas Father o el padre de la navidad, no a Santa Claus. 

De hecho ese día tiene un nombre en particular: Boxing day, que sería algo así como día de abrir cajas.

Para mi esposo y para mí, la Navidad de esa ocasión fue un choque cultural triple, porque nosotros somos mexicanos que estábamos en Inglaterra, pero que iríamos a celebrar con un compañero de la universidad de mi marido, quien aunque ya tenía la nacionalidad británica, nació en China, al igual que su familia. 

Su nombre es Ling. El vive en una ciudad a unos 25 minutos en auto de Sheffield, llamada Rotherham. Nos pasó a buscar a casa y nos dirigimos a la suya. Llegamos y ahí estaba su familia: madre, padre, hermana y cuñando.

Los dos últimos al igual que Ling hablaban chino, pero también inglés, mientras que los padres entendían algo el inglés pero no lo hablaban para nada. Mientras que mi compañero y yo pues no entendemos ni una gota de chino.

Nos sentamos todos a la mesa y sirvieron la comida. Era una mezcla de cosas que podía reconocer, como el pavo y otras que en mi vida había visto, por supuesto eran guisos chinos.

Después de comer, pasamos al salón donde comenzamos a jugar juegos de mesa, uno de estos era parecido al famoso “caras y gestos” donde te dicen a ti algo y tu debes actuarlo y tu equipo adivinarlo, solo que en este, en vez de actuarlo, tenías que intentar recrear el objeto, animal o acción con plastilina. 

En el turno de mi esposo, leyó su carta y empezó a darle forma de algo a su plastilina, tras unos minutos entendí que lo que estaba haciendo era un caracol, pero aquí vino el siguiente problema… ¿Cómo se dice caracol en inglés? No tenía la menor idea, así que desesperada lo grite en español.

—¡ES UN CARACOL!

Por supuesto todos los demás en la sala que hablan inglés y/o chino no captaron nada y mi esposo les explicó que sí lo adiviné pero que lo dije en español.

Dudaron un poco si darme el punto o no, pero sí lo hicieron.

Llegó el turno del padre de Ling, quien comenzó a darle forma a su palstilina y en eso, su esposa grito algo completamente inteligible para mí, porque estaba en chino, acto seguido, todos —menos mi marido y yo—  celebraron.

Entonces Ling explicó que su madre había adivinado la figura, pero en chino.

Cuando mi turno volvió a llegar para adivinar, me vi en la misma situación, ya sabía que estaban intentando hacer, pero no me sabía la palabra en inglés así que la dije en español.

Muy enojada, la madre de mi amigo dijo, con mucho esfuerzo—: No more spanish. 

—No more chinese —respondí. Lo que ocasionó que todos se rieran y mejor cambiáramos de juego. 

Continuará…