Por Alma Burgos Simón
Hola. Nací y crecí en Yucatán y como buena yucateca adoro la comida, las tortillas, dormir en hamaca, remojarme en el cenote, ir a la playa de mar color turquesa a comer pescado frito, tomar una michelada y tantas cosas más que tenemos en nuestro estado y que damos por sentadas que están en todas partes. Pero el destino me mandó a vivir por casi dos años al otro lado del charco, en el Reino Unido, específicamente en una pequeña ciudad -incluso más pequeña que la blanca Mérida- llamada Sheffield.
Sobra decirles que, como decimos por aquí, en más de una ocasión me sentí bien huira ante situaciones desconocidas para mí, pero que son lo cotidiano en ese lado del mundo.
No pasaron ni cinco minutos de mi triunfal llegada al Viejo Continente cuando empezaron las sorpresas. Recién bajada del avión en la ciudad de Manchester, donde mi esposo me pasó a recoger al aeropuerto, cargada de media vida en mis maletas, salimos y nos encontramos en un pequeño paradero en el que, en pocos minutos dio la parada un autobús de color morado de dos pisos, como esos de las postales de Londres en color rojo y que, al menos en Mérida, se utilizan para pasear a turistas, les llamamos “Turibús”. Pues lo abordamos.
Emocionada como una niña pequeña, fuimos al segundo piso y nos sentamos en primera fila para mirar por el ventanal. De pronto, me asaltó una duda.
—¿Este autobús por dónde pasa? —pregunté a mi esposo pensando qué ruta de monumentos, historia o barrios me llevaría a conocer.
—Al centro —contestó mi esposo, un yucateco que ya tenía viviendo por ahí desde hace casi dos años. Pero creo que no me había entendido.
—Sí, pero, ¿por dónde va a pasar? ¿Qué nos va a mostrar? ¿Dónde está el guía? —repetí, toda perdida por la respuesta de él.
En ese momento, mi compañero comprendió que yo pensaba que me había subido a la versión británica del Turibús, por lo que con una sonrisa en los labios me respondió: “Este es el camión con ruta al centro, vamos a ir a comer”
Y fue ahí que entendí que ese camión no era un Turibús, era el equivalente a cualquier ruta de Minis 2000 o de la Alianza de Camioneros de Yucatán que regresa de una colonia o fraccionamiento para el centro a su paradero en Los Portales o el mercado.
Sí. En ese momento sentí la necesidad de agarrar un reboso y tapar mi cara que claramente se había tornado roja y no del frío, sino de la vergüenza, pero qué más daba. Estoy segura que más de un británico nunca ha experimentado la vida en Yucatán.
Al final ya estaba ahí, una yucateca en Reino Unido.
Y si se lo preguntan, sí, así son todos los camiones en ese país, cuentan con internet gratuito, puertos USB para cargar dispositivos, áreas destinadas exclusivamente para personas con discapacidad y madres que viajan con sus hijos en carriolas.
Claro, todo por el módico precio de 2 libras, que dependiendo del cambio del día, podrían ser unos 50 o 60 pesos mexicanos, y que varía de acuerdo la ciudad, siendo en Londres aún más caro.
Así que no me pueden juzgar por no haber notado que estaba yo en una chan ruta Pensiones-Centro versión inglesa. (Foto principal de Alma Burgos Simón, un autobús en Sheffield).
Continuará…