Una yucateca a la hora del té inglés. Parte II

Por Alma Burgos Simón

Dicen que acostumbrarse a algo es malo, porque cuando ya no está, ¡cómo te hace falta! Bueno, así me pasó, una yucateca que decidió mudarse al Reino Unido y de pronto se vio sin la posibilidad de sus tortas de cochinita los domingos o su frijol con puerco los lunes. 

Porque podemos estar en desacuerdo en muchas cosas, pero de que Yucatán tiene comidas sabrosas, las tiene. En cambio, en la lejana ciudad de Sheffield –-y honestamente todo el país— tienen varias, bueno algunas… okey, casi nada bueno.

Los británicos son fanáticos de convertir cualquier guisado en una torta, pero a falta de pan francés, lo hacen con pan blanco y pues ya así es un sándwich, enfrentémoslo.

Cuando digo todo, es todo: puerco, res, pollo, pescados y mariscos. Supongo que es su cultura o estilo, pero a mí, me dio la impresión de que cocinar no es la norma, pues aunque en los supermercados de Yucatán podemos ver uno o dos pasillos con comidas congelas, ahí son “el pan de cada día”.

Incluso hay supermercados exclusivos para este tipo de productos. No lejos de donde vivía había uno, se llama IceLand y como su nombre lo dice “tierra de hielo” o “tierra congelada”, ahí todo, absolutamente todo, es congelado.

Te puedes encontrar desde las típicas pizzas, como las del Oxxo, hamburguesas, pasando por distintos estilos de pastas, hasta encontrar platillos mucho más elaborados como comida china, costillas a la BBQ, pato en diferentes guisos y muchas cosas más.

Y es que mi primer acercamiento con la típica comida británica fue, por lo menos, otro golpe de realidad que me hizo saber que ya no estaba en casa. 

Tras descender del autobús mi esposo y yo en el centro de Manchester, de lo que ya aprendimos que no era un Turibús, fuimos a una “mercadito”, es decir, una serie de puestos itinerantes que se ponen en plazas o parques, algo así como nuestro “Mérida en Domingo”.

Ahí había una zona de comida y en uno de los puestos un gran letrero que decía “Fish and Chips”, la comida más representativa de este país, que es literal: pescado y papás —ellos no se rompen la cabeza—.

Compré mi orden. Un plato lleno de papas a la francesa —aunque si tu las pides de esa manera te mirarán con incredulidad, porque no tendrán idea de a qué te refieres—, el pescado estilo empanizado sobre estas y con ello un pequeño traste con una crema verde que yo miré con emoción.

—¡Qué rico! ¡Guacamole! —–exclamé al recibir mi plato

—No. Eso solo son chícharos aplastados —dijo mi esposo regresándome a la realidad y rompiendo mi corazón.

Ya sentados en las bancas del mercado me dispuse a probar mi primer fish and chips. El pescado con el que es preparado es el bacalao y, aunque es popular en algunas zonas de México, no lo es tanto en Yucatán, por lo que su sabor para mí no era tan familiar como el mero.

Con hambre y mucha expectativa me comí el pescado, las papás a la francesa que ahí les llaman simplemente “chips”, todo acompañado de una pequeña copa de vino y no, no me comí los chícharos aplastados.

Luego de comer y pasear por un rato en las calles de Manchester, era hora de irnos a casa, en Sheffield, que se encuentra a una hora en viaje en tren y que, para mí, sería la primera vez que me subiría a uno… (Fotografía principal de Alma Burgos)

Continuará…