El ciudadano paga platos rotos por políticos improvisados

El primer acto de corrupción de un improvisado es aceptar contender para un cargo para el cual no esta preparado. Eso es deshonestidad

Por Luis Acereto

Mérida, Yucatán, a 31 de mayo de 2021.- Las campañas políticas están por terminar enmarcadas por la escasez de ideas y propuestas salvo honrosas excepciones. En momentos en que la pandemia de Covid-19 agudizó problemas sociales como la violencia contra la mujer, el desempleo y la precariedad económica, muchos candidatos perdieron la oportunidad de comprometerse con soluciones viables. En lugar de proponer, prefirieron entretener a través de sus redes sociales.

Contrario a lo que se podría pensar, la aparición de nuevos partidos no fortaleció el ejercicio democrático, sólo multiplicó las voces intensificando el ruido. Los nuevos jugadores optaron por gritar más fuerte para ser escuchados y vistos, incluso presentando propuestas irrealizables. 

En los foros realizados por organismos empresariales, algunos candidatos demostraron su desconocimiento sobre las dificultades cada vez más complejas y diversas de los fraccionamientos y colonias que quieren representar y su desinterés por interpretar la realidad social.

La postulación de personajes de la farándula y del deporte tampoco logró despertar el interés y participación de los electores en las campañas. Yucatán no ha sido ajeno a la estrategia de los partidos de postular famosos para retener votos pero los resultados no han sido favorables para tales candidatos, pues el electorado mismo ha derribado la lógica de que basta con ser conocido para ganar una elección. 

Las y los meridanos y las y los yucatecos entienden que no basta la popularidad para ocupar un cargo, al final de cuentas ser político se trata de enfrentar contrariedades ofreciendo respuestas. Es esencialmente en el terreno de la resolución del conflicto donde se juega la política, es ahí donde se logra entrever si el político tiene madera, si contradice o no sus promesas y la ideología que representa.

El electorado debe encender focos rojos cuando un candidato improvisado no se toma en serio ni siquiera la campaña, convirtiéndola con acciones superfluas en un acto de indiferencia ante las necesidades de las personas. Después es la ciudadanía la que paga los platos rotos de la improvisación en política. 

El primer acto de corrupción de un improvisado es aceptar contender para un cargo para el cual no esta preparado, asegurando durante su campaña que sabe resolver problemas que no comprende con ideas inoperantes, eso es uno de sus primeros actos de deshonestidad política. 

Elevemos en nuestro fuero interno los parámetros a la hora de decidir por quien votar y hagámoslo por los que demuestran conocimiento o al menos interés en interpretar los retos sociales, por los que tienen una trayectoria de obras en favor de la gente y un historial personal transparente. Entonces estaremos devolviéndole algo de dignidad a la política y nuestra ciudad o distrito estará avanzando hacia el camino que merece.