Una crónica nocturna de la modernización del Anillo Periférico

Por Rafael Gómez Chi

La fresadora recogió el asfalto como quien raspa helado con una cuchara en un bote y comenzó a depositarlo en el camión de volteo. Mauricio Vila Dosal y Renán Barrera Concha observaban a pocos metros, hablando entre ellos, pero sin que su conversación se escuchara debido al ensordecedor ruido de la máquina.

Renán raspó el canal que dejó la fresadora sobre la vialidad con la suela del zapato derecho, como si con ello constatara la calidad del trabajo que apenas empezaba.

Eran poco más de las diez de la noche y para ser la hora que era, a minutos del llamado “toque de queda” de las 23:30 horas, en ese acto, la puesta en marcha de los trabajos de repavimentación de 10 kilómetros críticos del Anillo Periférico de Mérida, había mucha, demasiada gente.

—Maare, estás cerca de tu próxima oficina —dijo un reportero cuando se acercó a Víctor Hugo Lozano Poveda, aún subsecretario de Gobierno, en alusión a su precandidatura a diputado por el IV Distrito local.

El panista miró hacia el horizonte. Se divisaba la silueta del edificio del Congreso del Estado. A pesar del cubrebocas, el cronista pudo verlo esbozar una sonrisa.

El senador Raúl Paz Alonzo reclamó al cronista el saludo. “¿Ya no me quieres?”, le dijo. “Tú eres el que nos tiene abandonados”, reviró el periodista. Otro reportero se acercó a entrevistarlo sobre la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, ahora en el Senado.

En los altavoces, el maestro de ceremonias, Fernando Río Rosado, llamaba a los funcionarios, regidores, diputados y la prensa, a hacerse a un lado. La camioneta del Gobernador estaba ya muy cerca.

Mauricio Vila descendió en mangas de camisa, jeans y zapatos tipo mocasines. La prensa, arremolinada en torno suyo. Flashes por aquí, allá y acullá.

Acomodaron a los funcionarios en derredor de una especie de mampara improvisada donde podían leerse “los datos técnicos de la obra”, en tanto le daban la palabra al secretario de Obras Públicas, Virgilio Crespo Méndez.

—Vamos a intervenir, de manera inicial, los primeros 10 kilómetros críticos, 5 kilómetros del cuerpo interior y otros 5 kilómetros del cuerpo exterior. Se dará prioridad donde se han detectado daños más importantes y que requieren la atención con urgencia —dijo.

—El Gobierno del Estado repavimentando 7 kilómetros y el Ayuntamiento de Mérida estará interviniendo 3 kilómetros más, con labores de fresado, renivelación, bacheo, construcción de carpeta de concreto en caliente de 8 centímetros de espesor, riego de tapón y señalamiento.

Junto a Virgilio, el Comandante Luis Felipe Saidén Ojeda observaba a los periodistas. La prensa, acomodada frente a los funcionarios, tomaba apuntes y grababa audios.

El cronista observaba el puente Mérida-Tetiz, donde se realizaba el protocolo y traía a su memoria la historia del Anillo Periférico de Mérida, desde su concepción hasta su última intervención, el crecimiento de la ciudad en los últimos 30 años.

Terminó la ceremonia y vino el tradicional banderazo de inicio de la obra. El Gobernador, el alcalde, el titular de la SSP y los demás servidores públicos ondearon las banderitas blancas mientras el camión de volteo se movía lentamente y en tanto la fresadora jalaba el asfalto como aspiradora el polvo.

—Se van a invertir 50 millones de pesos —recalcó Crespo Méndez. Los trabajos se realizarán durante el día y calculan que serán más o menos tres semanas por kilómetro y medio por lo que será necesario que la Secretaría de Seguridad Pública implemente un operativo vial para agilizar la circulación por las zonas a intervenir.

El Gobernador caminó hacia su camioneta. Se despidió del alcalde y miró al cronista. Lo llamó.

—El periférico lo inició Loret de Mola, lo cerró Dulce María Sauri; Víctor Cervera le puso el primer puente, el de Umán, Patricio lo amplió, Ivonne lo iluminó, Rolando le quitó los semáforos y veo que tú lo vas a modernizar —le dijo el cronista en una historia sucinta.

—¡Ah pero yo sin dinero, pero haremos lo que podamos! —dijo el mandatario. Subió a su camioneta y se retiró.

Renán Barrera susurró al cronista—: Bueno, ya vámonos, la última vez que estuve dos horas parado en el Periférico me dejó malos recuerdos…

La carcajada del periodista opacó el sonido de la fresadora.