Los curas sí tenemos credibilidad: Lorenzo Mex Jiménez

Por Rafael Gómez Chi

Lorenzo Mex Jiménez, cura párroco de San Sebastián, es contundente, evita andarse por las ramas. “Dejarlo todo en manos de dios no es fe, es irresponsabilidad, es a Dios rogando y con el mazo dando”.

Recibe al cronista en su pequeño despacho recién rehabilitado en la oficina parroquial del otrora indómito barrio de San Sebastián. Separados por un escritorio viejo pero todavía útil, el periodista y el sacerdote conversan a solas, como quien confiesa sus pecados ante el Señor.

—Padre, ¿qué le diría a esos que prefieren dejar el tema de la pandemia en manos de Dios?

—Es una irresponsabilidad. Como dice el dicho: Has lo que puedas y pídele a Dios lo que no puedes. Es que creen que eso se arregla con rezos, con procesiones, hasta llegar a extremos de ese grupo de empresarios que convencieron a un padre que en un avión rentado sobrevuelen Mérida con la Eucaristía para bendecir… No digo que sea malo rezar, pero no podemos pensar que con eso se soluciona mientras seguimos con la conducta irresponsable.

—¿La fe es para la vida eterna?

—Así es. Es para después de haber pasado este mundo como Cristo. La vida de Cristo es muy sencilla, haciendo el bien.

La parroquia de San Sebastián está abierta. Son las once de la mañana, pero no hay ni un alma dentro del edificio que fue terminado en 1796, pero que en el siglo XIX llegó a ser hospital para pobres e incluso cuartel militar.

En el atrio de pretil solo un hombre trabaja en la limpieza. Y la acera que da a la calle 75 está limpia. La oficina del cura tiene un balcón hacia esa banqueta.

—Esto estaba cerrado porque ese rincón estaba lleno de teporochitos, apestaba. Al líder, Policarpo. lo convenimos que fuera un albergue. Se fue la cabeza y desaparecieron los demás —cuenta el sacerdote.

—¿Costó mucho trabajo convencerlo?

—No se dejaba. Y ahí hacían sus necesidades. Ya tiene varios meses que está en un albergue en Dzununcán atendido por las Misioneras de Cristo Resucitado, lo aceptaron. Está irreconocible. Los demás desaparecieron. Él financiaba las bebidas. Ahora este hombre que vivió como animal está como un ángel, rasurado, entalcado con ropa limpia. Cada semana les llevo frutas o ropa, pañales, verduras y despensas para apoyar a esas mujeres que atienden a personas con VIH y cualquiera que no tenga nadie que lo atienda. Y no cobran.

—¿Cuándo reabrió la parroquia?

—Fue el día del Grito. Hubo misa con 15 personas.Los colaboradores más cercanos, los que iban a apoyarnos en la apertura de las demás capillas como equipos de recepción, para que vieran como se hace.

Mex Jiménez, quien lleva tres años como titular de la parroquia de San Sebastián Mártir, explicó que entre semana se ofician dos misas, una a las siete de la mañana y la otra a las siete de la tarde. No asisten más de 20 personas a cada una de ellas y los domingos hay más afluencia. El anterior recibieron a unas 40 personas.

—La gente grande quería venir pero hay recomendación de que no lo haga. Los jóvenes son los que están participando, son edecanes en las recepciones, aplican el gel, el termómetro, toman la temperatura. Pero no es el amontonamiento que se tenía. La gente se está cuidando.

Detrás de él un crucifijo de más de 50 centímetros de altura. Su cubre bocas de los Leones de Yucatán permanece colgado en una ese de la pared. Es capellán del equipo. El escritorio es viejo, tiene calcomanías del censo económico de 1986. A su izquierda, una máquina de escribir Hermes portátil. Si la memoria no le falla al cronista es una Baby. Y el cura la usa lo mismo que la lap top Dell.

—¿Hay quince años, padre?

—Hicimos unos 15 años, igual con poquita gente, solo los familiares, no hubo pachanga, simplemente la misa. La quinceañera vino con su vestido y hubo sesión de fotos. Los bautizos nunca los dejamos de hacer, había niños y niñas que nacieron con problemas, esos ni pensarlo. Pero sólo los papás y los padrinos. Bodas no, porque esas las hacen con mucha gente,

—¿Y qué le dice a los fieles?

—Le insistimos a la gente, no es que haya pasado la pandemia, no se irá, entonces hay que aprender a convivir con el virus en lo que hay la vacuna. Pero es favorable que la gente venga. Todavía nos hacen caso a los curas.

Enseguida explica que les piden a los feligreses que se laven las manos, que usen el cubre bocas, que mantengan la sana distancia. “Les pedimos que hagan todo lo que a Salud no le creen y a veces ni les entienden, porque utilizan términos que la gente no entiende, la gente sencilla. Nosotros se los expresamos con sencillez, entienden y nos creen y nos obedecen y lo comentan, el padre dijo tal y cual, o en la misa se dijo.

En la parroquia, el cura muestra al cronista los modems del wifi. “Ultimamente hicimos un trabajo de promoción en las redes sociales a iniciativa de los muchachos, mientras teníamos cartulinas y pizarra, ellos utilizaron su lenguaje. No fue iniciativa nuestra, es de su creatividad, de su originalidad. Con eso apoyan. Viene la gente a misa, escucha y multiplica la sensibilidad que tiene que mantenerse para que cada haya menos contagios, menos muertes.

—Hasta que tengamos la vacuna…

—La primera vacuna es higiene. Si te has dado cuenta, ahora, hay menos personas enfermas de otras cosas, por la higiene, de paso se llevan entre las piernas a muchas enfermedades.

—¿Y los gremios, cómo fueron?

—Los gremios los hicimos a puerta cerrada con 10 personas, todos con cubre bocas, fueron del 3 al 16 de agosto. En honor de la Virgen de la Asunción. Y manejamos un lema, cuídate, cuida a los demás y la Virgen nos cuidará. La respuesta fue muy bonita, aunque no hubo nada de lo que había antes, en vez de eso los gremios apoyaron con ofrendas, despensas para llevarle a los afectados. El gremio de Chalé hizo 7 mil tortas y las repartió. Hay gremios que hasta cubre bocas repartieron.

—¿Y el béisbol, padre? Ya hay futbol en la tele, ¿por qué no está el rey de los deportes?

—Cumplo 30 años de capellán del equipo este año, el futbol tiene televisión eso ayuda, el beisbol no tiene patrocinadores para la tele. En Estados Unidos allá si aguanta. Claro… Yo ya soñaba incluso con mi anillo de campeón, estaba el equipo bien aceitado, el ambiente es muy bonito. Se disfruta en familia.