Culcal-Kin, la casa, la historia

Por Rafael Gómez Chi

La casa del Culcal-Kin está a la venta. De acuerdo con la inmobiliaria a cargo de la operación, el precio de venta hasta hace dos meses era de tres millones 500 mil pesos. Se trata de un predio de 541 metros cuadrados que, de acuerdo con un decreto rectificado en 1982, es un Monumento Histórico de Mérida.

Se le llama así, pero en realidad no es la casa original. Tomó el nombre en el siglo XIX, luego de que un disparo de cañón le volara la cabeza a la efigie de San Antonio que se encuentra la parte superior de su fachada y la gente, los meridanos, al recordar la historia de aquel súcubo, comenzó a decirle así.

De acuerdo con lo investigado en el Registro Público de la Propiedad por El Cronista Yucatán, el predio pertenece a María Eugenia Rivero Peón de Coombs, según el título de propiedad 138 de fecha 19 de diciembre de 1974, ante el notario número 11 Ignacio Guillermo Trejo.

La cédula fechada en 2017, que es la más reciente que se puede encontrar en los registros, indica que es un predio urbano en el que tiene injerencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia, por tratarse de una edificación anterior al siglo XX. El valor catastral asignado es de 758 mil 766 pesos, pero cabe aclarar que ahí no aparece la última actualización hecha por las autoridades.

Esta casa se ubica muy cerca del Arco de San Juan, en el inicio del Camino Real de Campeche, con rumbo a La Ermita de Santa Isabel. Es una calle tradicional en la capital meridana y por más de cien años se ha conocido como el asiento del Culcal-Kin.

Roldán Peniche Barrera, periodista, narrador, ensayista, demonólogo maya, nos cuenta en Mitología Maya, editado por segunda vez por Dante en 2015, que “aparte de estar decapitado, el Culcal-Kin tiene los ojos en el pecho y camina con paso de ganso, extendiendo los brazos al andar. Habita en vestigios de sepulturas y en antiguos conventos arruinados”.

Este autor nos relata, con bastante precisión, que el 10 de noviembre de 1896 tres esclavos mayas golpeados y humillados por sus amos, se fugaron de una hacienda cercana a Ticul y a medio camino con rumbo a Mérida, alrededor de las once de la noche se toparon con aquel hombre descabezado que vestía un capote negro.

En otro de sus libros, Yucatán: Ensayos Históricos y Literarios, publicado por la Universidad Autónoma de Yucatán, Peniche Barrera relata que si bien el Culcal-Kin es maya, tiene algo de europeo, pues viste una especie de hábito franciscano. Cuenta la misma experiencia de aquellos hombres que se lo toparon a finales del siglo XIX y al concluir la historia refieren que lo encuentran encaramado en una rama de un árbol de Pich.

También hay que hacer alusión a Ermilo Abreu Gómez cuando expone que en ciertos pantanos de Yucatán se puede ver a cuatro remeros sin cabeza empujando una especie de barca.

Y en los relatos de la mitología del Altiplano Central de nuestro país persiste el mito del Hacha nocturna, muy parecido a nuestro decapitado.

Así las cosas, la casa del Culcal-Kin en el Camino Real de Campeche está a la venta, pero no de ahora, por la pandemia, sino desde hace tiempo. ¿Será que no se ha vendido por temor a que los súcubos mayas persistan en los momentos de la tecnología a raudales que nos cercena, como la cabeza, las manecillas del reloj de un solo tajo?