Por Raúl Asís Monforte González
Mérida, Yucatán, 7 de febrero de 2022.- Ahora, y cada vez con mayor importancia en el futuro, necesitamos aprender a gestionar adecuadamente la energía en las edificaciones, tanto residenciales como comerciales e industriales, mediante dispositivos automáticos con base en sistemas de inteligencia artificial, para tener un efectivo y eficiente control sobre un variado rango de fuentes de energía, que van desde recursos distribuidos de generación solar y eólica, en combinación con almacenamiento local en baterías, hasta la energía interactiva y transaccional por medio de microrredes, redes inteligentes, y las tradicionales del servicio público de electricidad.
El objetivo de implementar sistemas modernos de gestión energética estriba en garantizar la continuidad del papel esencial que la electricidad interpreta en nuestra vida diaria, pero asegurándose también de que ésta provenga de una diversidad de fuentes que no solo sean más confiables, sino más resilientes ante los efectos adversos del cambio climático, sustancialmente menos contaminantes, al mismo tiempo que son mucho más asequibles para todo el universo de la población, en lugar de tener que depender de un solo proveedor de servicios públicos o uno dominante por sobre los otros participantes del mercado.
Durante la mayor parte del siglo XX, tanto las políticas públicas como el marco normativo y regulatorio, estuvieron orientados a incentivar la expansión del servicio de energía eléctrica, en pos de un anhelado acceso universal a este satisfactor de la calidad de vida de los seres humanos. México, de la mano de la paraestatal CFE fue muy exitoso en alcanzar este objetivo, contando hoy con más del 98 por ciento de cobertura a nivel nacional.
Fueron muchos los países del mundo que hicieron lo mismo y en casi todos los casos esto fue posible ofreciendo a las compañías retornos financieros garantizados sobre los activos construidos de generación y transmisión principalmente, reconociendo implícitamente que alcanzar la cobertura universal, significaba un bien mayor y ofrecía beneficios intangibles que tenían que ser considerados como parte de la rentabilidad de las inversiones.
Sin embargo, la tecnología y las condiciones medioambientales han cambiado sustancialmente en los últimos años, provocando cambios profundos y disruptivos en la industria eléctrica, con los más importantes de ellos aún por atestiguarse.
La generación de electricidad está cambiando gradualmente, ganando posición dentro de los límites de las redes de distribución, con generación focalizada en los centros de carga, principalmente desde fuentes fotovoltaicas y también eólicas. Estos cambios han sido impulsados por los avances tecnológicos, pero también por la demanda de los usuarios.
Es por eso que ha cobrado mayúscula importancia la gestión de la demanda desde el interior de las edificaciones, introduciendo equipos tales como controladores automáticos, interfases de usuario y componentes como sensores y actuadores, todos conectados en redes que usan comunicación entre máquinas e internet de las cosas para permitir que los ocupantes de una edificación vivan de un modo más confortable, sintiéndose más protegidos, trabajando más productivamente en edificios inteligentes y viviendo y trabajando más económicamente, con un mínimo impacto medioambiental, mediante la reducción de su consumo energético y produciendo, almacenando o vendiendo su energía excedente.
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