La obra de Octavio Paz aún dialoga con el mundo

Mantiene un prontuario de temas esenciales en estos tiempos de la escasez de argumentos, por lo que merece la pena releerlo

Por David Santiago Tovilla

Mérida, Yucatán, 26 de abril de 2023.- El 19 de abril se cumplieron veinticinco años del fallecimiento de Octavio Paz. El tiempo, lejos de distanciar su obra, contribuye a subrayarla como parte del patrimonio de conocimiento de los mexicanos.

En tiempos cuando prevalece la escasez de argumentos y enorgullecen los dichos ocurrentes, se extrañan en mayor medida aportaciones como la suya. Pocas personas han abordado tantos asuntos con profundidad y universalidad. Pueden elegirse términos de las relaciones, costumbres, expresiones sociales, ideas o hechos y revisarse en los trabajos de Paz, para corroborar que sus palabras estimulan al pensamiento.

Para Octavio Paz no hubo territorio cognoscente vedado. La totalidad de la actividad humana fue materia de reflexión para él. Ese mundo de ideas, expuestos en libros, ensayos, entrevistas están reunidos en quince tomos de sus Obras completas. Con los subrayados, tras su lectura, se desprende un valioso prontuario con los temas esenciales de la humanidad, entre ellos:

Tiempo: «El tiempo no está fuera de nosotros, ni es algo que pasa frente a nuestros ojos como las manecillas del reloj: nosotros somos el tiempo y no son los años sino nosotros los que pasamos. El tiempo posee una dirección, un sentido, porque es nosotros mismos» (Tomo I).

Futuro: «El valor supremo no es el futuro sino el presente; el futuro es un tiempo falaz que siempre nos dice «todavía no es hora» y que así nos niega. El futuro no es el tiempo del amor: lo que el hombre quiere de verdad, lo quiere ahora. Aquel que construye la casa de la felicidad futura edifica la cárcel del presente» (Tomo VIII).

Mal: «Ni las estrellas ni los átomos, ni las plantas ni los animales, conocen el mal. El universo es inocente, incluso cuando sepulta un continente o incendia una galaxia. El mal es humano, exclusivamente humano. El mal se toca, el mal duele. El mal es la deshumanización. El matadero y el campo de concentración son instituciones precedidas siempre por una operación intelectual que consiste en despojar al otro de su humanidad, para poder esclavizarlo o exterminarlo como si fuese un animal. Se trata de una operación circular: negar la humanidad del otro es negar la nuestra» (Tomo IX).

Felicidad: «La sed de felicidad está inscrita en la naturaleza humana. El ansia de felicidad es también ansia de inmortalidad. Queremos ser felices para siempre. Pero vivimos sobre esta tierra y en ella la felicidad, como todo lo demás, no es eterna. A lo más que podemos aspirar, aquí y ahora, es a vislumbres y atisbos momentáneos de ese estado de perfecta beatitud» (Tomo VIII).

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Amor: «El amor es una atracción hacia una persona única: a un cuerpo y a un alma. El amor es elección; el erotismo, aceptación. Sin erotismo –sin forma visible que entra por los sentidos– no hay amor, pero el amor traspasa al cuerpo deseado y busca al alma en el cuerpo y, en el alma, al cuerpo. A la persona entera» (Tomo X).

Prudencia: «Esta palabra, desde Aristóteles, designa a la más alta virtud política. La prudencia está hecha de sabiduría y entereza, arrojo y moderación, discernimiento y persistencia en la actuación» (Tomo IX).

Silencio: «El hablar de ciertas cosas sólo en ciertos momentos era, entre los antiguos, signo de sabiduría tanto o más que de cortesía: las palabras tenían peso, realidad. Al desvalorizar el silencio, la publicidad ha desvalorizado también el lenguaje. Uno y otro son inseparables: saber hablar fue siempre saber callar, saber que no siempre se debe hablar» (Tomo II).

Respeto: «Siempre queda algo del pasado. Es mucha soberbia condenar a nuestros antecesores: no sólo necesitan nuestro juicio, adverso o favorable, sino nuestra piedad. Y piedad significa simpatía: quizá yo hubiera hecho lo mismo que tú, si hubiera estado allí. Hay una norma que hemos olvidado: respetar al adversario y honrar a los vencidos» (Tomo IX).

Libertad: «La libertad no es ni una filosofía ni una teoría del mundo; la libertad es una posibilidad que se actualiza cada vez que un hombre dice No al poder, cada vez que unos obreros se declaran en huelga, cada vez que un hombre denuncia una injusticia. Pero la libertad no se define: se ejerce. De ahí que sea siempre momentánea y parcial, movimiento frente, contra o hacia esto o aquello. La libertad no es la justicia ni la fraternidad sino la posibilidad de realizarlas, aquí y ahora. No es una idea sino un acto» (Tomo IX).

Igualdad: «Estoy por la igualdad, pero igualdad no quiere decir identidad, homogeneidad. Los hombres son –y que bueno que lo sean– cada uno distinto al otro; y también qué bueno que los hombres sean distintos a las mujeres. En una sociedad realmente libre lo importante sería el cultivo de las diferencias; aquello que nos distingue es aquello que nos une» (Tomo XV).

Odio: «La indignación es sana pero el odio envenena» (Tomo XII).

Conversación: «Como el placer de la lectura es solitario, hay que completarlo con el de la conversación. Por desgracia, el arte de la conversación está desapareciendo; es lástima porque es una de las mayores recompensas que nos ofrece el trato humano. Para mí, conversar es una de las formas superiores de la civilización. La decadencia de este arte es otro signo de que nuestra civilización está en peligro» (Tomo IX).

Estas son algunas de sus reflexiones. A las que se suman las de su campo de acción: la escritura y el arte. A veinticinco años de su ausencia, el trabajo de Octavio Paz dialoga con el mundo.

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