Axilas, pies, rodillas, el fetichismo por Karely Ruiz

¿Qué buscan los seguidores en esas «extrañas partes del cuerpo» de una mujer? Leamos

Por David Santiago Tovilla

Mérida, Yucatán, 27 de septiembre de 2022.- Karely Ruiz es una de las modelos del momento. La invitan a programas populares de televisión. Realiza presentaciones en vivo. Alimenta el apetito visual de sus admiradores desde su OnlyFans, a donde le envían peticiones peculiares

Posa con Celia Lora, Yuliett Torres y Marian Franco. Casi doscientos veintiséis mil seguidores en la plataforma de contenidos pagados para mayores de edad y siete millones en Instagram son sus credenciales.

La semana pasada, El universal publicó una nota con el título: «Karely Ruiz: la extraña parte de su cuerpo que sus fans quieren ver en fotos». El texto da cuenta de que las peticiones fotográficas son de sus axilas y rodillas; también «hay suscriptores que han suplicado por imágenes de sus pies» indica.

Karely es objeto de una afición fetichista que se inscribe dentro del parcialismo o cuando «el interés erótico se fija de modo privilegiado sólo en una parte del cuerpo», según refieren Alberto y Andrea Orlandini en su Diccionario del sexo, el erotismo y el amor. Explican que, de acuerdo con la localización anatómica, recibe una denominación: «tricofilia (pelo), queilofilia (labios), traquelofilia (cuello), omofilia (hombros), maschalofilia (axila), hircusofilia (vello axilar), mazofilia (mama), alvinolagnia (abdomen), ginelofilia (vello del monte de venus), notofilia (espalda), pigofilia y clunicentrismo (nalgas), merofilia (muslos), gonifilia (rodilla), surafilia (pantorrilla), talofilia (talón) y podofilia (pie)».

Así que los fans de Karely Ruiz la quieren entre la maschalofilia, gonifilia y podofilia —de esta última, no hace mucho se publicó Wiki Feet: la comunidad del gusto por los pies. Por lo visto, son gustos a los que la chica responde con agrado y diversión.

Por eso, semanas atrás, cuando alcanzó los 5 millones de seguidores, Ruiz lo celebró retratada con un brassiere corset de encaje. Frente al espejo se hace una cola en su cabellera, por lo que levanta ambos brazos. El ángulo de la toma no es frontal sino desde su lado derecho para dejar ver una axila depilada que induce a ver sus voluminosos senos descubiertos hasta la mitad. Al levantar su cabello, también se observa su cuello y sus iniciales tatuadas a la altura de la oreja. Es recompensada con un millón de me gusta.

En el mismo estilo, Karely regala esas imágenes: con un vestido strapless rojo satinado. En esta ocasión, se lleva la mano izquierda a la cabeza para lucir su axila decorada con la proximidad de una rosa tatuada. El cromo satisface a todos porque su pierna derecha es flexionada para que su pie alcance el estribo de una camioneta: su rodilla queda expuesta y la sandalia transparente permite apreciar muy bien sus dedos y el trabajo pedicure. La respuesta son 321 mil corazones.

O bien, ella en el asiento de una camioneta con un minivestido de lentejuelas doradas y riguroso escote. Dibuja una sonrisa. Levanta el brazo y exhibe su axila inmaculada. Recauda 553 mil loas. Otra toma: misma circunstancia y posición. Sólo cambia de ropa a un pequeño vestido azul. Los me gusta se elevan a 1 millón cien mil. Quizá porque la prenda se sube lo suficiente para ver una frase tatuada en la parte superior de su pierna derecha y una enigmática zona oscura entre sus piernas.

Pero la axila no es —como se afirma— «una extraña parte del cuerpo», ni su afición o maschalofilia una rareza. Están ahí, en la vida ordinaria y en demanda no cuantificada, salvo testimonios como el de Karely Ruiz.

Se incluyen, en consecuencia, en la literatura. El grandioso escritor brasileño Rubem Fonseca tiene un texto con ese nombre, Axilas: «La axila de una mujer tiene una belleza misteriosamente inefable que ninguna otra parte del cuerpo femenino posee. La axila, además de atractiva, es poética (…) Maria Pia tocaba el violín. Usaba siempre un vestido largo negro sin mangas. Para que pudieran lograrse, ciertas notas exigían que irguiera los brazos de manera que me permitían contemplar extasiado sus axilas».

El mexicano Juvenal Acosta, en El cazador de tatuajes, detalla una combinación con la hircusofilia o disfrute del vello axilar: «Ella nunca usaba brasier porque sus senos jóvenes y pequeños no lo necesitaban, y para mi sorpresa se afeitaba las axilas. Mi experiencia con las europeas era que de dejaban crecer los vellos de las axilas y, a condición de que fuesen limpias, eso me excitaba mucho.

»Hay algo bello y contradictorio en una mujer hermosa que no se afeita o se depila con cera las axilas. Uno está acostumbrado a que las mujeres de América Latina se depilen, y cuando de pronto la desnudez de una extranjera lo expone a uno a esa mata de vello escondida, la asociación con el vello púbico es inmediata. Es como encontrar otro sexo femenino escondido en cada axila. Un regalo para el gusto, la vista y el olfato».

Es más, el mítico Kama Sutra —como muchos otros libros y autores más mencionados que leídos— incluye las axilas como parte indispensable del encuentro amoroso.

Para arañarse: «Cuando el amor se vuelve más intenso, se practica la opresión o rasguño con las uñas. Los lugares que deben oprimirse con las uñas son los siguientes: la axila, el cuello, los senos, los labios, el jaghana o parte media del cuerpo y los muslos».

Para mordisquearse: «El mordisco consistente en varias hileras gruesas de marcas, próximas unas a otras y con intervalos rojizos, se llama el mordisco del verraco. Se imprime sobre los senos y los hombros. Estas dos últimas modalidades de mordisco son propias de las personas de pasión intensa. La línea de puntos o cuando se muerde una pequeña porción de la piel con todos los dientes y la línea de joyas juntas deben imprimirse en el cuello, la axila y las junturas de los muslos, pero la línea de puntos sola debe imprimirse sobre la frente y los muslos».

Para acariciarse: «Si la mujer es tímida, y es la primera vez que están juntos, el hombre colocará sus manos sobre sus muslos, que ella probablemente mantendrá cerrados, y si es una muchacha muy joven, debe primero posar sus manos sobre sus senos, bajo las axilas y en el cuello».

Para besarse: «Se entiende que existan siete lugares apropiados para los besos, ya que, de hecho, es en ellos donde todo el mundo los aplica, y son: Primero, el labio inferior. Segundo, los ojos. Tercero, las mejillas. Cuarto, la cabeza. Quinto, la boca. Sexto, los senos, y séptimo, los hombros. Es verdad que las gentes de ciertas regiones usan otros lugares que consideran apropiados para el beso. Los sibaritas de Satadesha, por ejemplo, han adoptado la fórmula siguiente: axila, ombligo y yoni (genital)».

Para el cosquilleo: «Como seguramente se ignora cuáles son los lugares más apropiados para esta clase de regodeo, ante todo debe explicarse que existen once partes sobre las cuales debe presionarse con más o menos fuerza. Son: Primero, el cuello. Segundo, las manos. Tercero, ambos muslos. Cuarto, ambos senos. Quinto, la espalda. Sexto, los costados. Séptimo, ambas axilas. Octavo, todo el pecho o busto. Noveno, ambas caderas. Décimo, el monte de Venus y todas las partes que circundan el yoni, y undécimo, ambas mejillas».

Así que en todos lados y tiempos se ha ejercido el gusto por una parte del cuerpo. No existe extrañeza alguna. Qué bien por Karely Ruiz al darle a sus admiradores lo que le piden.

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