De niños vendíamos agua y robábamos flores

Un día de muertos nublado, con poca gente y recuerdos de cuando éramos niños

Por Rafael Gómez Chi

Mérida, Yucatán, 2 de noviembre de 2021.- José Antonio lanza la confesión con una carcajada y la florista a pocos metros lo mira con recelo, como callándolo en respeto por los muertos.
–De niños veníamos a «vender» agua al panteón y, ¿sabes qué?, nos robábamos las flores para venderlas de nuevo.
–¿En serio?
–Sí, hombre… Y nunca nos descubrieron –afirma antes de que el cronista haga la pregunta de cajón.
–De verás que estaban locos –interviene la florista.
–Éramos niños y vivíamos acá cerca y los días de muertos era un chance de venir a ganar unas monedas, tampoco vayas a pensar que eran muchas, pedíamos dos pesos de aquellos Morelos por una lata de agua para las flores…
–¿Y por las flores robadas?
–Ah, pues depende, porque si era un ramo bien bonito y grande, pues hasta diez pesos.


José Antonio ronda ya los 50 años de edad pero recuerda esos días en el Cementerio General como si fueran ayer y solo se entristece cuando hace referencia a que uno de sus amigos falleció el año pasado víctima de la pandemia, porque junto con él hizo aquellas travesuras.
Hoy no ves más a esos niños en el cementerio vendiendo agua o robándose las flores para dárselos a otros. Las condiciones son distintas y la gente como que anda más preocupada por el mucbipollo que por otra cosa. De eso se habla en las redes, de quién come la mayor cantidad de pib o quien tuvo el mejor disfraz en la noche de brujas. Los días de muertos ya no son de guardar como antes, cuando desde el 31 de octubre te mandaban a dormir desde las ocho de la noche y los dos días siguientes cuidadito y hagas ruido, bromas o burlas.
En Xoclán la gente llegó en mayor medida el pasado fin de semana. En una floristería cercana la dependienta contó que sábado y domingo fueron «los días buenos» porque hubo más ventas. Hoy casi no hubo gente. «Es que cayó entre semana», dijo una señora que limpiaba las cercanías de la tumba de sus seres queridos con una palma de huano que encontró en uno de los pasillos del camposando.
Amaneció soleado y hacia el mediodía se nubló, pero no hizo mal tiempo. La temperatura ascendió a 29 grados y en muchas casas hubo pibes en sus múltiples variaciones. El cronista fue por uno bien picante, como es debido.