Reforma propuesta por el Presidente sería una deformación del sistema eléctrico nacional
Por Raúl Asís Monforte González.
Mérida, Yucatán, 5 de octubre de 2021.- La semana pasada el Gobierno Federal envió al Congreso una iniciativa de reforma constitucional, según ellos para fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad, y asegurar así el suministro confiable a todos los mexicanos, a precios más bajos. El gran problema, es que el contenido de ese engendro que no es una reforma sino mas bien una absurda deformación y destrucción del sistema eléctrico nacional, conseguirá con toda seguridad en caso de aprobarse y entrar en vigor, exactamente todo lo contrario.
Tendría alguien que estar seriamente dañado de sus facultades mentales para expresar no estar de acuerdo con el objetivo de hacer llegar electricidad a toda la población, objetivo que por cierto no está muy lejos de conseguirse en México, o de que el costo de esa energía sea más bajo que el que tiene en la actualidad, meta más difícil especialmente si llegaran a proceder y aplicarse estas “reformas” al marco normativo.
La “propuesta” es tan ridícula, que sin mediar absolutamente ningún criterio válido de mercado, económico o de competitividad, contempla que por decreto, un 54% del mercado lo tenga la CFE, y el 46% restante empresas privadas. La única referencia a estas cifras, es histórica, ya que hace 61 años, cuando el 27 de septiembre de 1960 el presidente Adolfo López Mateos nacionalizó la industria eléctrica, la CFE aportaba el 54% de los 2,308 MW de capacidad instalada que había en nuestro país, la empresa The Mexican Light and Power Company el 25%, la American and Foreign el 12% y otras pequeñas compañías privadas tenían el 9%.
De modo que con esta mal llamada reforma, en lugar de establecer una hoja de ruta que nos lleve clara y firmemente al futuro, estaríamos retrocediendo 61 años.
Y el principal problema de todo esto, es que quienes hoy nos gobiernan, se encuentran atrapados dentro un error que se conoce como la falacia de suma cero, que consiste en creer que la ganancia o pérdida de un jugador, se equilibra exactamente con lo que pierda o gane otro participante. Esto les lleva a creer, equivocadamente, que si se permite la participación de empresas privadas y éstas ganan una justa utilidad por su desempeño más competitivo, lo que ellas ganen necesariamente lo pierde o debilita a la CFE, y esto es absolutamente falso.
La energía, en México y en todo el mundo, es y debe seguir siendo un juego de ganar ganar. Esto no solamente es posible, sino que es obligatorio. Para que verdaderamente avance la tecnología, mejore sustancialmente la calidad, se reduzcan los precios a los consumidores, y se consiga el acceso universal y justo a este valioso recurso, todos los participantes de este mercado deben ser fuertes, y por supuesto que eso incluye a la CFE, pero pretender que su fortaleza está basada en debilitar la participación de otros actores, o viceversa, es un grave error conceptual que debilitaría al sector en su conjunto, destruiría los avances logrados hasta hoy, y en definitiva perjudicaría a nosotros los usuarios con menos disponibilidad y mayores precios.