Por Raúl Asís Monforte González
“¿Quieres que te narre como fue el pasado fin de semana, te lo narro?”, le preguntó, como tratando de disimular su enorme deseo de contarlo, a un reportero que cubría la mañanera. Más tardó en responder “si usted cree que es útil, sí”, que el presidente en iniciar el relato cual si fuera un cuenta cuentos profesional, ante un repleto y atento auditorio infantil. “Están trabajando en la refinería treinta mil obreros, ¡magínense!, me subí a una camioneta y fui planta por planta…Obreros de Tabasco, de Chiapas, de Veracruz, de Hidalgo, del Estado de México, treinta mil”, repetía la cifra mientras la saboreaba, como si fuera una cucharada de dulce miel. “¿Sabes qué me repetían? ¿Qué me decían?, Gracias por el trabajo, y voy a decir otra cosa que le va a molestar mucho a los conservadores, a mis adversarios, relíjase, jajajajajaja, relíjase”.
Es una verdadera lástima que no se encontrara entre las personas presentes en ese momento la niña Andrea Lomelí, para corregirle con su natural inocencia los errores ocasionados por su disartria, y decirle educadamente “no se dice magínense, se dice imagínense” o “no se dice relíjase, se dice reelíjase”, como cuando en noviembre de 2016, esta niña corrigió a Aurelio Nuño Mayer con su famoso “ler”.
Pero independientemente del trastorno nervioso o cerebral que ocasione en el presidente López Obrador la dificultad para pronunciar correctamente las palabras, en esta narración muestra con claridad el uso de un mecanismo de defensa que en el psicoanálisis se denomina “proyección”, mediante el cual el sujeto atribuye a otras personas los sentimientos, pensamientos o deseos, que no terminan de aceptarse como propios, porque le generan angustia o ansiedad.
Le resulta difícil reconocer que está obsesionado con la reelección, porque se asume a sí mismo como un gran demócrata, como partidario de la no reelección, como maderista, entonces dirige o proyecta esa obsesión, y se la atribuye en su totalidad a ese sujeto externo que son “los treinta mil obreros”. De ese modo, el rechazo o el odio que pudiera generar reconocerse deseoso de conservar indefinidamente el poder, lo traslada a una figura que en esas condiciones resulta inocua. ¿Quién se atrevería a criticar al pueblo, a simples trabajadores, por desear la reelección de su gran líder, el que les está dando trabajo?
La palabra parece haber sido cuidadosamente seleccionada, relíjase, utiliza el modo verbal imperativo, que expresa orden, ruego o mandato, y denota un deber o exigencia que se tiene que cumplir. Además, relíjase, está conjugado en la segunda persona del singular, semejante a pedirle péinese o vístase, como si fuera algo que puede hacerlo a voluntad y solo, sin ayuda de nadie, sin importar nada.
Si no lo hace, no es porque le estorbe ese documentucho que algunos respetamos y llamamos Constitución, es porque su magnanimidad y honestidad, no le permiten hacerlo aunque se lo ruegue “el pueblo”, pero ¿Quién sabe? ¡El pueblo es tenaz, y de tanta insistencia, quizás…!
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Mérida, Yucatán a 15 de mayo de 2021
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