Por Rafael Gómez Chi
Para los traductores de la lengua de señas, la pandemia de Covid-19 ha venido a dificultarles su labor. Ángel de Jesús Espadas Monsreal sostiene que además de tener que traducir contextos lingüísticos y culturales para que la gente con discapacidad auditiva los entienda, el uso del cubrebocas es un obstáculo.
Ángel es uno de los traductores de lengua de señas que trabaja en el Instituto para la Inclusión de las Personas con Discapacidad del Estado de Yucatán. Uno lo mira en los eventos oficiales del Ejecutivo y en un principio piensas que es una persona con discapacidad, pero habla y escucha a la perfección. Incluso él mismo se sorprende de la facilidad con la que aprendió a comunicarse en la lengua de señas.
—Antes de la pandemia eran en vivo las traducciones, estabas en la tarima, a un lado, e interpretabas y podías tomarte el tiempo, no se cortaba como ahora en los videos, ibas a la par.
—Pero ahora veo que tienes que usar el cubrebocas, ¿cómo le haces para que se transmita el mensaje? ¿Hay más dificultades?
—La verdad es que un intérprete debe tener la cara descubierta no solo por el tema de la lectura de los labios, sino por la expresión facial, la mirada intencional para transmitir el contexto y mensaje de mejor manera. Sí es una cuestión que se dificulte por el Covid, no se puede dar de la mejor manera. Pero si me ponen aparte, en otro salón, lejos de la gente, con toda libertad me quito el cubrebocas.
—¿Qué dice tu familia, tus amigos, de tu trabajo?
—Mi familia está contenta, feliz, orgullosos de ver que me he desarrollado dentro de este campo. Ellos lo ven como una labor importante, incluso en familia no hay personas con discapacidad auditiva, les sorprende el hecho de que haya aprendido muy fácil. Y mi amigos están sorprendidos, me ven en la tele, me preguntan como es que hago esto. Yo no lo platicaba, pero de pronto me ven y se sorprenden.
—¿Y se pueden tomar clases para aprender esta lengua?
—¡Claro! Se puede tomar clases, hay asociaciones, institutos, que dan clase de lengua de señas.
Ángel habla haciendo ademanes. No hace aspavientos, pero mueve mucho las manos. Y sus ojos también transmiten sus palabras, son expresivos, denotan a un hombre alegre, risueño. La entrevista se lleva a cabo en un salón de la dirección del Iipedey, en la ex penitenciaría Juárez, justo en aquel sitio donde estuvieron los juzgados en los que se pertrecharon tres reos en un sangriento motín el 6 de septiembre de 1979.
—¿Cómo fue que te metiste a esto de la lengua de señas?
—Fue por invitación de la vicepresidenta de la Asociación Mexicana para la Superación de las Personas con Discapacidad Auditiva (AME Comunicación). Cursé la carrera de psicología en el CEJUM, tenía como 17, 18 años. Inicié con el curso básico, me gustó, tuve mucha capacidad de aprender las señas.
Relata que posteriormente tomó un curso intermedio. En el básico que inicié me invitaron a hacer prácticas en la asociación y como tengo el enfoque educativo, primaria y básico, inicié como asesor, nos apoyaban con material, libros, luego pase a secundaria dentro de la comunidad de personas sordas, porque tomas cursos de básico, intermedio o avanzado.
Pero realmente aprendió cuando convivió con las personas con discapacidad auditiva. “Es como cuando el inglés te lo enseñan, pero no lo hablas porque nadie más lo habla. Tienes que adentrarte a la comunidad, conocer su cultura, porque las formas de comunicarse no sólo son lengua de señas, tienes que aprender a identificar conceptos que no son en clase sino en la práctica.
Ahora Ángel tiene 26 años con nueve años de experiencia. “Y con las personas formé parte de la Asociación AME como asesor oficial y como intérprete propio y empecé con esto de interpretar los eventos del Gobernador”.
—No existe como tal una escuela formadora de intérpretes, sino que es de forma voluntaria, a la asociación la invitaban e iba. Se necesitan personas que destaquen, que se paren e interpreten, así inician, los de más años te van guiando, en la postura, el uniforme, el mensaje, como interpretarlo, si es en vivo, con una cámara de video o en una tarima.
Además, relata que un intérprete no puede hacerlo de manera segura más de 20 a 30 minutos, debe tener un relevo, por el desgaste físico y mental, ya que la traducción no es literal porque no hay señas para todo y tecnicismos no hay.
—Se tiene que buscar sinónimos, acortar el mensaje y todo es físico, con el movimiento de brazos en una sola posición parada; cuando terminas sientes como se te caen los brazos.
—¿Hay más personas como tú en este trabajo?
—Sí hay mas personas como yo, soy el más joven, existen en otras dependencias, en el DIF, Canal 13, Segey, en Cepredey, y en la Fiscalía. También hay independientes, que son las que se empiezan a formar y hacen eventos de experiencia en la interpretación.
Primero aprenden el abecedario, luego aprenden palabras por campos semánticos, como la familia, los verbos, los colores, los animales.
Además existe dos conceptos, el deletreo o dactilología, que se aplica solo para nombres de personas, objetos, y cuando no haya una seña específica se usan los ideogramas, una representación de una idea, un concepto, cosa o lo que se quiera representar.
Enseguida recita el abecedario y ejemplifica con una frase, “poner sobre la mesa”. “Esto es literal, pero en una interpretación no es literal, sino el contexto, tienes que analizar en un instante, es interpretación simultánea, existe tipos de interpretación, el que se maneja en eventos de gobierno, es simultáneo porque hay un tiempo. Y si estamos en tarima. Antes de la pandemia eran en vivo, estabas a un lado e interpretabas y podías tomarte el tiempo, no se cortaba, ibas a la par.
Por su parte, la directora general del Instituto para la Inclusión de las Personas con Discapacidad (Iipedey), María Teresa Vázquez Baqueiro, informó que de acuerdo con el censo 2020 del Instituto de Estadística, Geografía e Informática (Inegi) en el Estado hay actualmente 129 mil 986 personas con discapacidad, de las cuales el 61,816 son hombres y 68 mil 170 son mujeres,
Las personas con discapacidad auditiva ocupan el tercer lugar con el 20.7 por ciento, es decir, hay en Yucatán 26 mil 921 personas que no pueden escuchar ni siquiera con un aparato auditivo.
Adicional al 5.6 por ciento de personas con discapacidad hay un 11.7 por ciento con alguna limitación para realizar una actividad cotidiana y el 0.6 por ciento de personas que tienen algún problema o condición mental.
De ese modo, el 17.9 por ciento, es decir, 414 mil 852 personas del Estado manifiestan discapacidad, limitación en la actividad cotidiana o con algún problema o condición mental. (Parte de esta nota fue publicada por el autor en Novedades de Yucatán).