Por Rafael Gómez Chi
“Lo que hace un poeta en su soledad le puede interesar a alguien”. Es una reflexión que Manuel Iris, poeta laureado de Cincinnati en 2018 y ahora uno de los 20 nuevos y mejores escritores mexicanos que cambian el panorama literario, según WMagazín, concluye luego de hacer un repaso de los reconocimientos de los que ha sido objeto por su obra.
—Me han sorprendido mucho. En el 2018 fui nombrado poeta laureado en Cincinnati. En la tradición inglesa existe ese nombramiento que es algo así como el poeta oficial. En los Estados Unidos hay una larga tradición. Mucha gente que ahora goza de cierto nombre fuera de Estados Unidos fueron poetas laureados del país. Yo lo soy de una ciudad.
—Es, por supuesto, la primera vez que un hispano es nombrado en una ciudad donde, no hay muchos, somos apenas dos y tantos por ciento de la población de Cincinnati. Yo escribo toda mi obra en español y luego me traduzco —dijo en una conversación que tuvo con otros periodistas en Zoom.
La sorpresa fue que todo esto sucedió durante la administración de Donald Trump, en la que el ataque a los mexicanos ha sido rampante, especialmente para el 2018, “entonces por todas esas circunstancias era improbable que decidieran nombrar a un poeta que además no era ciudadano americano, yo soy mexicano, no tengo la doble ciudadanía”.
—Esto fue una cosa muy sorpresiva. A partir de eso entré a formar parte más activa de la vida literaria de Cincinnati y en los Estados Unidos, donde he tenido que viajar y estar haciendo cosas por el estilo —dijo.
—Hubo escándelo, cuando se hace el anuncio en redes sociales del ayuntamiento de la ciudad y sale mi foto y dice el poeta Manuel Iris es el poeta laureado de la ciudad, el primer comentario debajo de mi foto era make America great again, de un perfecto desconocido que además no le interesa la poesía. Y la gente le preguntaba qué tiene que ver eso con un poeta y el tipo contestaba si no había poetas americanos.
Lo que fue muy curioso de esto fue que la comunidad literaria de Cincinnati no cuestionó jamás la designación de Manuel Iris. “Los comentarios vinieron de fuera de la comunidad cultural, de gente que vio que era un mexicano, pero las universidades, los talleres, los centros de escritura, fueron unánimemente a mi favor, al contrario, yo terminé haciendo eventos con la Sinfónica de Cincinnati, escribiendo cosas y presentando en inauguración de museos, como el del holocausto”.
A partir de este reconocimiento Manuel Iris ha tenido la oportunidad de representar a México y a Cincinnati en eventos como el Festival de Poesía de Macedonia en octubre pasado. Fui ahí y a Albania, y decía México-Cincinnati, y andaba en guayabera. Uno no deja de ser el yucateco que es, me ven como mexicano, pero mi cargo oficial es ser el poeta de Cincinnati, entonces uno tiene como muchas encomiendas.
Además de ello, la Red Literaria del Sureste organizó una serie de lecturas de sus poemas a cargo de jóvenes estudiantes de la universidad, lo que resultó para Iris “muy conmovedor”, porque es gente con la que no ha tenido contacto, pero que se interesa en su obra.
Ahora, WMagazín lo incluyó en la lista de 20 escritores mexicanos porque considera que su obra lo merece. Iris, quien nació en Campeche pero se crió en Yucatán, tiene un “acercamiento al mundo cotidiano entre la poesía y la prosa, entre el sentimiento hecho memoria viva”.
Los editores de WMagazín citan a la poeta María Baranda, quien ha dicho de Manuel Iris que “sabe lo que nombre, lo que pone de relieve, lo que califica y destaca, lo que atribuye a un rostro, a un hombre, a una casa. Evoca, inevitablemente, lo que parece ser su fuerza y memoria su distinción de luz en la palabra”.
El autor de Cuaderno de los sueños (Premio Nacional de Poesía Mérida en 2009), Los disfraces del fuego y Traducir el silencio/Translating silence en edición bilingüe en inglés (Premio al mejor libro de poemas y mejor traducción en los International Latino Book Awards 2018, en Los Ángeles), explica su relación con la música y el silencio.
—Siempre había un bolero en la radio. Yo crecí con mis abuelos. Y esa casa era caribeña, cuando no era bolero era son y salsa. Además del danzón que mi abuela ponía en la radio, todo eso se volvió parte de mi educación sentimental. Luego aprendí a tocar guitarra y tome un curso de la clásica en la Uady con Anthony Lamont, y eso fue parte de mi formación artística en general, yo ya quería empezar a escribir y me di cuenta de la cercanía entre la música y la poesía.
Cuenta que ese acceso a la guitarra clásica lo llevó hacia otros tipos de música. “Y ahora es común en algunos poemas míos encontrar indicaciones musicales. Por ejemplo uno ve el título del poema y abajo de él hay una indicación que dice este poema debe ser leído mientras se escucha tal o cual canción”.
Pero advierte que él no escribe escuchando música, “porque cuando escribo la única melodía que quiero escuchar es la del poema. Pero sí escucho música para entrar en el espacio del silencio de la escritura. Cuando llego del trabajo y estoy lleno de cosas y no puedo concentrarme porque estoy lleno de ese ruido y en ese ritmo, de pronto sí pongo cierta música que me decanta espiritualmente y que me permite acceder al espacio para poder escribir”.
—No uso música para escucharla, sino para silenciarme. La música es muy importante en mi creación. Yo estoy obsesionado con el silencio, es un tema importante en mi poesía, pero el tema del silencio a mí me llegó primero por la música y luego por la literatura.
Como poeta, Manuel Iris también siente que, por otro lado, debe abordar la realidad. Y la realidad hoy por hoy es el tema de la pandemia del Covid-19.
—Uno responde a esto con poemas para que esto no quede en el olvido, me parece que el 2020 no debe quedar así. Ahora aún más de lo que me duele a mí no poder estar en Mérida, me duele que mi hija no juegue con sus primos, tiene dos años y está aprendiendo a hablar, se debate entre el inglés y el español, el inglés es el idioma común, pero ahora habla más español y en la escuela ese será el idioma del juego, es que le interesará más. Me interesa que el español sea la lengua del juego.
—Últimamente he hablado mucho en mis poemas de mi proceso de paternidad, este nuevo tipo de amor que uno descubre, y viene mezclado con las experiencias de la migración. Mi hija piensa que el mundo habla dos idiomas, que la familia sólo habla por teléfono. Y yo le tengo miedo cuando se entere que eso no es así.