El Cronista Yucatán
Por Redacción
Mérida, Yucatán, 28 de octubre de 2025.- Las campanas de la Plaza Grande repicaron al alba, como si anunciaran el retorno de los espíritus ancestrales. Entre aromas de incienso, pib recién horneado y chocolate caliente, comenzó la Muestra Estatal de Altares “Janal Pixan” 2025, un ritual colectivo que tiñe a Mérida de memoria y misterio.
Más de setenta ofrendas, levantadas por manos de ayuntamientos, instituciones educativas, dependencias estatales y asociaciones civiles, formaban un camino de luz entre flores y velas, invocando a las almas que cada año regresan para compartir la esencia de los vivos.
El Gobernador Joaquín Díaz Mena, acompañado por la maestra Wendy Méndez Naal, presidenta honoraria del DIF Yucatán, cortó el listón inaugural mientras el aire parecía cargarse de murmullos antiguos. A su alrededor, visitantes locales, nacionales y extranjeros recorrían la plaza, tocados por la sensación de que el tiempo de los antepasados palpita en cada altar. “Aquí vemos lo más valioso de nuestra cultura maya”, proclamó el mandatario, como si sus palabras buscaran despertar las raíces dormidas en el corazón de la ciudad.
En una atmósfera que parecía guiada por la luz de los difuntos, Fabiola Loeza Novelo, directora del INDEMAYA, recordó que Janal Pixán no es mera celebración, sino un acto de amor profundo que llama a los ancestros a cruzar el umbral de lo invisible. Patricia Martín Briceño, titular de Sedeculta, añadió que este compromiso con la memoria es el hilo que teje la identidad del pueblo yucateco.
El eco del pasado se hizo carne en el Pok Ta Pok, el ancestral juego de pelota, ejecutado frente al asta bandera. Cada golpe de cadera resonaba como un latido milenario, evocando batallas sagradas y ceremonias de honor. Entre aplausos, los guardianes de esta tradición ofrendaron al Gobernador una medalla simbólica y un caracol firmado, como si le entregaran la llave para abrir el portal entre mundos.
El recorrido final por los altares fue como un viaje por la cosmovisión maya: flores que susurran, velas que guían, dulces que endulzan el recuerdo. Bajo el cielo de Mérida, el Janal Pixán 2025 se convirtió en crónica viva de un pueblo que dialoga con sus muertos y reafirma, año tras año, que la memoria es también un acto de magia.
