La segunda parte del análisis de la mitad de su gobierno
Por Mitsuo Teyer Mercado
Mérida, Yucatán, 12 de octubre de 2021.- En la anterior entrega hablamos de la meta personal del Gobernador y donde se situaba después de ocupar 3 años la silla pública más importante del estado y hoy el corte de caja dice: Vila suena para ser presidenciable. Porque nos guste o no, las cosas en Yucatán están un poco mejor que el resto de país.
¿Hay pendientes? Claro, Las deudas históricas del neoliberalismo, prianismo y las actuales del neo-priismo seventy stile de Morena siguen lastimando México, pero en Yucatán todavía se puede sobrevivir medianamente bien, a pesar de las constantes violaciones sistémicas a los derechos humanos que tienen que ver más con un clasismo y racismo, que con la gobernanza.
Sin una oposición política, gran parte de lo que intente y hasta dónde puede llegar depende del Gobernador, pero en gran medida de su equipo. En la presente columna analizaremos lo que suponemos se avecina para la presente administración para el resto del 2021 y el 2022. El 2023, es harina de otro costal y se es mago pero no brujo.
2021. El problema de generar expectativas. Hay que cumplirlas.
En lo que resta del año Vila estará enfocado en su meta, pero evidentemente no puede solo. No existe el hombre-equipo y hay señales claras que el Gobernador está mandado a su gabinete: no pueden haber ocurrencias para el 2021. Algunos funcionarios se han amodorrado ante los resultados electorales y han dejado en el cajón los proyectos y programas de varias secretarías, proyectos que tienen temporalidad política, máxime que aún hay deudas en cuanto al tema del pandemia y es necesario cumplirlas. La gente olvida rápido y el rencor bien capitalizado se traduce en reveses electorales.
La imagen pública es prioridad para este gobierno, pero sin acciones reales se queda en mera mercadotecnia. La gente tiene que ver la acción gubernamental mediante sus funcionarios y por ende hay que estar en contacto directo con la población como cada vez que azota una tormenta en el sur del Estado (bueno, hasta los tecnócratas de la SAF deberían ir de vez en cuando). Algunos no entendieron esto y su farolismo los llevó a inevitables ceses o enroques estratégicos. Es lógico que esta dinámica puede continuar el resto del año.
2022. Toda la carne al asador.
El 2022 es el año donde Vila debe materializar la visión económica de su administración y aquí ha sido claro con su gabinete pues desde su inicio les advirtió que no esperaran milagros del cielo: los recortes presupuestales federales no cambiarán y nunca se llegará a los niveles de 2018 cuando el gobierno rolandista podía disponer a sus anchas más de 9,500 millones de libre disposición contra 3,500 de 2021. Sólo un iluso podría pensar que habrían más aumentos y aunque los hubiera no alcanzan. Por eso se pedían los dos mil millones que negaron los diputados de la anterior legislatura.
No hay ingenuidad en la opinión pública: el sello de esta administración es atraer inversión privada de donde sea para lo que suponen ser grandes obras de infraestructura para Yucatán. Como pasa con todas estas obras; son naturales de crítica (como alguna vez la oposición criticó a Cervera Pacheco, la ampliación del Puerto de Altura); el nuevo aeropuerto, el Estadio Sustentable y las empresas como Amazon y Fincatierri son apuestas que descansan sobre la plataforma de Yucatán Seguro; las mejoras regulatorias y la facilidad para invertir. Y, ojo, aunque son molestas algunas de las opiniones en contra, hay que tener en cuenta que son solo eso: opiniones.
Análisis : No va a ser un día de fiesta, pero no me ayudes compadre.
Sabemos de proyecciones apuntan a un leve crecimiento del PIB en Yucatán como resultado determinadas acciones de gobierno y algunos empresarios con el fin de mantener la base laboral (con todo y los jaloneos de directivos de algunas cámaras) lo cual puede incidir en un mejor desempeño de la economía para el 2022. Aunado a que se sigue siendo el estado más seguro del país, estas condiciones perfilan que tiene un boleto seguro para la interna nacional del PAN, la cual ya empezó, pero parece que los panistas yucatecos no lo saben.
Vila Dosal no está dispuesto a cometer los errores del panismo de 2007 que alguna vez tuvo todo lo que él no tiene ahora (recursos del ramo 33; ramo 28; un auge de participaciones federales, recursos del Fonden luego de cinco huracanes; excedentes petroleros y el cobijo de un presidente panista) y que perdieron ante una candidata que tenía todo para perder y muchos consideraban “un flan”: Ivonne Ortega, quien terminó acomodándoles una victoria que hasta la fecha le duele al panismo yucateco. Gran parte de su éxito fue que aprovechó la división interna, un mal genético del panismo yucateco que confunde disciplina partidista con las “libertades autodemocráticas” y que no sabe distinguir entre las alianzas y las conjuras.
Hay otro mal del panismo yucateco: es un fantasma que recorre el cabildo del Ayuntamiento de Mérida, es el neo-correísmo y las preocupaciones de la 61 son evidentes ante los claros excesos de funcionarios municipales que ya ven la presente gestión como un raro regreso de la famosa Banda del Balón. Se sabe que en buena parte del porque Vila no quiere a Renán, es por el asesor favorito del Ayuntamiento, Luis Correa, no es de los agrados del gobernante y viceversa. Desde afuera es claro: es una pelea generacional. Ahí no hay cariño. Es el panismo de antaño, de oposición, de los ochentas contra el chico maravilla del panismo nacional.
Es el momento de corregir velas, acabar motines internos y ejecutar el plan. De lo contrario no habrá ni candidatura, ni sucesión amigable. Ahí está Vila con su boleto, a la espera del momento oportuno, pero si su equipo no lo apoya y la guerra con Palacio Municipal se acrecenta no se espera nada bueno en los próximos dos años.