El PRI, en el debate de morir o renovarse

Por Luis Hevia Canto

Mérida, Yucatán, 25 de agosto de 2021.- Después de los comicios del pasado 6 de junio han surgido voces que interpretan la derrota del PRI como una sentencia de muerte. Si bien es cierto que los resultados obtenidos por el tricolor modificaron su realidad en el sistema político, el partido está lejos de la extinción, pues existen condiciones para que recupere la confianza de la ciudadanía y retome espacios de poder. Estos objetivos sólo podrán ser alcanzados si los priistas identifican sus áreas de oportunidad y organizan procesos internos para renovar la oferta de su partido.

Una buena parte de quienes iniciaron su militancia en el tricolor durante el siglo pasado ven con pesimismo el futuro del PRI pues no conciben que pueda existir sin ser el partido más poderoso de México.

Esta visión es incorrecta. El Revolucionario Institucional sólo se extinguirá cuando sus militantes pierdan el interés de procurarlo o se anule su registro por no alcanzar suficientes votos en las urnas. Mientras haya militantes que mantengan el funcionamiento del PRI, es poco probable que no alcance los votos necesarios para mantener su registro debido al nivel de posicionamiento con el que cuenta.

Lo anterior significa que el PRI no ha muerto ni morirá, pero, al menos en el futuro próximo, habrá de desempeñar un papel de oposición.

Un factor que será de gran relevancia para que el Revolucionario Institucional recupere espacios de gobierno es que el sentimiento anti priista, el cual aún castiga al tricolor en las urnas, habrá de disminuir en el futuro próximo. Uno de los motivos de esto es que quienes nacieron desde mediados de la década de los noventa en adelante no conocieron al PRI omnipotente que muchos recuerdan con rencor. Aún más, estos jóvenes y no tan jóvenes verán a Morena y el PAN hacer lo que escucharon a gente mayor reprochar del PRI.

De hecho, ya empiezan a percatarse de estos desplantes de corrupción y autoritarismo. A nivel federal se observan acciones las cuales hacen que los de mayor edad recuerden al expresidente Luis Echeverría por las pretensiones de sometimiento a los poderes legislativo y judicial; los ataques contra la prensa y la utilización de una narrativa que termina por polarizar a la sociedad. A nivel estatal, se puede ver el acaparamiento de poder que se ejerce desde el partido mayoritario y los espacios públicos que ostenta, con los vicios y excesos que esto representa.

Para obtener la confianza de la ciudadanía, particularmente de estas nuevas generaciones, el tricolor deberá procurar la democracia mexicana desde su rol de oposición, colaborar en causas sociales relevantes para la sociedad y emprender un ejercicio de reflexión interna con la militancia para construir una identidad partidista sólida.

Además, el Revolucionario Institucional deberá fomentar el debate ideológico pues su posición de centro-izquierda lo hace una opción atractiva por representar estabilidad en un escenario en el cual las dos principales fuerzas están posicionadas a los extremos del espectro político; Morena en la izquierda y el PAN en la derecha.

Para esto, será necesario generar conocimiento político y propiciar el intercambio de ideas con el objetivo de elevar el debate ideológico, el cual actualmente es pobre pues la mayoría de la gente se asume de izquierda o derecha sin conocer el trasfondo de dichas ideologías.

Asimismo, habrá que llevar a cabo esfuerzos para recordar los aciertos que tuvieron los gobiernos del tricolor en el pasado. Es verdad que aquellas administraciones priistas cometieron excesos y errores, pero también es verdad que tomaron decisiones gubernamentales trascendentales las cuales permitieron que México tuviese un desarrollo superior a otros países de la región.

No se trata de apostarle al olvido histórico, sino de trabajar para mantenerse como una opción viable mientras la realidad demuestra que el PRI no es el creador de la corrupción ni el único partido con casos de corrupción y autoritarismo en México.

Tampoco se trata de promover la idea de que “todos los partidos son corruptos”, pero sí admitir que desafortunadamente hay corruptos en todos los partidos. Por esto, el PRI debe aspirar a destacar por la eficiencia de sus mecanismos internos abocados a depurar la corrupción de su estructura, así como también por la procuración de una cultura democrática en su militancia.

Si el PRI se adapta a su nuevo rol dentro del sistema político mexicano, logrará, eventualmente, recuperar la confianza de la ciudadanía y así retomar espacios de poder.