Falleció Roldán Peniche Barrera, cronista de la mitología maya

agosto 6, 2024

Por Rafael Gómez Chi

Mérida, Yucatán, 6 de agosto de 2024.- Hace tres décadas Roldán Peniche Barrera publicó la historia de un lunes, así, en minúsculas, una serie de escritos dictados por mi propia inutilidad ante el patético destino de la ciudad. Hablaba de una Mérida cuyos lindes originales se desbordan con imprudencia hacia un desdoblamiento brutal y aventurado, y en esas crónicas nos habló, me susurró, lo que quedaba de aquella urbe huertana llena de veletas que algunas veces evoco con mi trabajo.

Hoy Roldán ha rendido el óbolo al Mayab a los 89 años de edad en el hospital Juárez y no puedo más que evocar ese Yucatán insólito que el escritor nos legó en crónicas difundidas en la prensa escrita y en numerosos libros en los que abordó, como pocos, la riqueza cultural de Yucatán.

Parece la historia de un lunes cuando se le recuerda entregando sus textos siempre escritos en una máquina de escribir mecánica en las redacciones de los periódicos para los que colaboró. Es como si la Mitología Maya estuviera presente en cada uno de sus pensamientos.

Roldán recogió  sucesos de ese Yucatán en Ensayos históricos y literarios, mientras traducía a Tenesse Williams o compilaba diccionarios. Gracias a él supimos de La sublevación del brujo Jacinto Canek y observamos La pasión de Cristóbal Cupul.

Fue quizá el único demonólogo maya, obsesionado, como una vez me dijo mientras bebíamos cerveza en alguna cantina del centro histórico, como los súcubos e íncubos de estas lajas, fascinado con esas leyendas del Boop, la pierna ensangrentaba o el temible Kakasbal.

Entendía a la perfección que Yucatán era diferente y que por ende nuestro modo de vivir también lo es, lleno de cosas y situaciones curiosas en hábitos, costumbres, en la gastronomía y en la música.

Roldán fue un cronista de Mérida en todos los sentidos y así lo recogió en innumerables textos, escritos en los que daba fe lo mismo que del negro Timbilla, que de Alfredo Barrera Vázquez o de la mendicidad en la capital yucateca.

Incansable recolector de historias, Roldán deja un vacío difícil de llenar en tiempos en los que las redes sociales se llenan de ese vandalismo de las ideas de quienes se creen con el derecho de crear contenidos en masa, no verificables, pero con narrativas cautivadoras para los legos.

Hoy no sé si el Boop o el Culcal-kin anden tristes. No sé si la X´Tabay lo recoja en su seno, lo que sí sé es que el Mayab ha perdido a uno de sus más connotados cronistas del todo, incluso del sarcasmo y del humor que caracteriza este país que no se parece a otro.

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