Lady Chatterley en Netflix, para aprender a tocarse

El amante de Lady Chatterley 2022 se estrenó hace unos días y permanece dentro de las diez más vistas hasta el momento en la plataforma

Por David Santiago Tovilla

Mérida, Yucatán, 14 de diciembre de 2022.- El 2 de diciembre, Netflix estrenó la película El amante de Lady Chatterley. ¿Es la versión definitiva, representativa, del libro de D.H. Lawrence? Aún no. Sólo actualiza, con talento, lo ya visto en otra película de hace cuatro décadas.

Con la producción ahora estrenada —y que se mantiene dentro de los diez más vistos de la plataforma—, son tres las adaptaciones destacadas de uno de los libros famosos por décadas de censura y persecución.

La primera a mencionar data de 1981. Dirigida por el recién fallecido Just Jaeckin, llevó como protagonista a la célebre Sylvia Kristel. Sí: a la encarnación de ese mito erótico llamado Emmanuelle. Ponerla en el cartel fue una decisión del director para presentar desnudos totales, con naturalidad, en algunos momentos.

Sin embargo, también fue el intento de Jaeckin por continuar su carrera en el cine más allá de las exitosas películas sobre la sexualidad. A la historia formal, Jaeckin incorporó algunas licencias para explotar el referente sexual de Kristel. La historia se mantiene casi fiel a su desarrollo en el libro original. Puede verse en este enlace.

La segunda producción es del año 2015. Bajo la dirección de Jed Mercurio fue hecha para televisión por BBC. Reacomoda los hechos y hasta el perfil de algún personaje para ser una versión diferente. Sin embargo, se queda en un melodrama descafeinado que su mayor atrevimiento es incluir algo de los diálogos puestos por D.H. Lawrence en un encuentro de cama. Se encuentra en este vínculo.

La tercera es la conocida hace días. Tiene como directora a Laure de Clermont-Tonnerre. Lo relevante es la inclusión de la actriz Emma Corrin quien dio vida a una princesa Diana, de joven, en la cuarta temporada de la serie The Crown.

Fuera de lo anterior, el producto de Netflix se monta sobre la idea explícita de la película de 1981. El mérito de Emma Corrin se incrementa porque aceptó realizar esos pasajes con la exposición plena de su desnudez por los que la cinta tiene clasificación R: «Restringida. Puede ser inapropiada para menores de 17 años», en palabras de la propia empresa.

No existe la menor duda de que lo difundido en 2022 fue ideado por Just Jaeckin. Por ejemplo, hay un pasaje en donde Lady Chatterley observa su desnudez en un espejo. Se acaricia los senos. Baja hasta sus genitales y se da placer en solitario.

Eso no existe en el texto. D.H. Lawrence escribe: «Cuando Connie subió a su dormitorio hizo lo que no había hecho en mucho tiempo: se quitó toda la ropa y se miró desnuda en el enorme espejo. No sabía qué miraba o qué buscaba con exactitud, pero, a pesar de todo, movió la lámpara hasta recibir la luz de lleno.

»Su cuerpo estaba perdiendo el sentido, apagándose y haciéndose opaco, un montón de materia insignificante. La hacía sentirse inmensamente deprimida y desesperada. ¿Qué esperanza le quedaba? Era vieja, vieja a los veintisiete años, sin brillo ni reflejos en la carne. Vieja por culpa del descuido y la renunciación, sí, renunciación.

»La parte delantera de su cuerpo la desesperaba. Estaba empezando ya a plegarse, con una delgadez un tanto arrugada, casi marchita, envejeciendo antes de haber empezado realmente a vivir.

»Se puso el camisón y se metió en la cama; lloró amargamente. Y en su amargura ardía una fría indignación contra Clifford, su literatura y sus conversaciones: contra todos los hombres de su clase que incluso llegaban a arrebatar a una mujer su propio cuerpo. ¡Injusto! ¡Injusto! El sentido de la profunda injusticia física quemaba hasta el fondo de su alma».

Como se lee: el escritor indica que el desahogo de ella es el llanto, como parte de instantes depresivos.

La masturbación de Connie fue agregada por Just Jaeckin para ver los inolvidables ojos de Emmanuelle, la particular forma de abrir los labios en el placer, la belleza de su pezón, la manera de conducir sus manos en el trabajo genital. Cada uno de esos planos y fragmentos son alternados con las imágenes del hombre desnudo que observó, de manera accidental, esa mañana. Ese es el erotismo: el uso de la imaginación al servicio del placer.

Eso mismo está, ahora, con la pieza de Netflix. Se observa a la joven desnuda ante el espejo. Después, una toma abierta: se autosatisface en un elegante sillón. Cambian a un plano cenital de su rostro para capturar sus gestos de placer y gemidos al culminar.  Esto comprueba que no realizaron un planteamiento original, sino que trabajaron sobre una cinta anterior y sus trazados eróticos. La audacia reside en dar, también, mayor cabida a los atisbos de genitalidad masculina con Jack O’Connell.

Los temas vuelven a ser generales: la interrupción de las facultades reproductivas, las diferencias sociales, el aislamiento muto de la pareja, el adulterio, las definiciones. Aderezado con el énfasis en los encuentros sexuales.

En 2022, hay una fotografía cuidada, buenas actuaciones. Una historia de amor, con desnudos, que concluye con la felicidad de los amantes. No queda eso de de procesar por mucho tiempo los elementos de la película y un deseo de volver a disfrutarla porque, al final, una obra clásica es recreada con una manufactura comercial.

En el libro, la pareja deberá esperar su realización, algún día, cuando se disuelvan, por la vía legal, sus matrimonios. El esposo de ella dice que eso no ocurrirá. El cierre transmite desazón por una lucha que deberá seguir. Como en la vida real: el amor no es un punto de partida… Está al final de muchas incidencias.

Aún está pendiente la gran película que toque, con arte y sublimidad, la esencia de El amante de Lady Chatterley: las complejidades y necesidades humanas, influidas y hasta condicionadas por las relaciones sociales.

D. H. Lawrence apuntó, con exactitud, en su escrito, hacia dónde quería ir: «No era realmente amor. No era voluptuosidad. Era una sensualidad incisiva y ardiente como el fuego que convertía el alma en una ascua.

»Es realmente la ternura. El sexo no es más que tacto, el más íntimo de todos los tactos. Y es el tacto lo que nos da miedo. Sólo tenemos media consciencia y media vida. Y debemos despertar y vivir…

»Deberían aprender a tocarse, a ser delicados y tiernos. Es una necesidad angustiosa».

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