La noche del Grito y la extensa jornada de un fervor patrio

Después de dos años vuelve la multitud al Centro Histórico y se escucha ¡Viva México! por toda la Plaza Grande y sus alrededores. El cronista narra la jornada desde la tarde del jueves y hasta los primeros minutos de hoy

Por Rafael Gómez Chi

Mérida, Yucatán, 15 de septiembre de 2022.- El policía miró al cronista como en aquel poema de Octavio Paz, ni atento ni distraído. “No hay paso”, soltó con el sosiego de un lunes sin clase. “Pero solo voy al Palacio de Gobierno por unas acreditaciones”. “No hay paso”, ripostó, como cuando una madre niega el permiso al hijo.

En el Salón de la Historia Mauricio Vila ensayaba la ceremonia del Grito. Eran alrededor de las dos de la tarde. La gente iba un venía por las calles del centro. Estaba nublado, pero a ratos acechaba un rayito de sol.

La policía cercó la Plaza Grande a una cuadra de distancia por los cuatro puntos cardinales con varios filtros. A las dos de la tarde del jueves, cuando comenzó esta crónica, todavía colocaban en su posición algunas cámaras de videovigilancia y a esa hora solo las palomas entraban y salían impunes del círculo del asta bandera.

El cronista intentó llegar al Palacio de Gobierno por otro punto de acceso y esta vez lo logró sin tanto trámite. “Es el de los vídeos”, susurró un agente de policía a un compañero. Y sanseacabó, el reportero entró brincando como el perrito del meme.

Gafetes en mano para cubrir la noche del Grito de Independencia el cronista se detuvo un momento a mirar el escenario de El Recodo. “Ojalá fuera el de The Chemical Brothers”, se dijo el periodista para sus adentros. Pobre iluso, jamás en su anodina vida verá un concierto de música electrónica luego de la ceremonia del 15 de septiembre en la Plaza Grande.

De vuelta al estacionamiento donde dejó el Sedán el periodista miraba a la gente, había mucha sin cubrebocas, sumergida en sus cosas. Y en la miscelánea Aguilar cuatro señoras compraban sus tortitas de jamón. “Deme dos de ensalada, por favor”, ordenó el reportero. Un mordisco y, pum, un viaje al pasado cuando colgado de las enaguas de su madre aquel niño escuálido la acompañaba al supermercado Blanco de la calle 58. Aún le rebota en la memoria el jingle Blanco, Blanco, Blanco, ¡abarata la vida!.

Por la tarde, a las cuatro, cayó una leve lluvia. Se detuvo. Pero cerca de las cinco Chaac volvió a tender la lluvia ahora furioso.

Y después de que Chaac cedió al cabo de las horas, la noche acogió el fervor patrio enmarcado en una banderita o una cornetita. En el grito de Viva México y los Héroes que nos dieron Patria las y los yucatecos volvieron a la unificación de la muchedumbre después de dos años sin poder festejar la Independencia de una nación.

Cinco minutos antes de las once de la noche la corneta anunció la solemnidad del protocolo en el pasillo oeste del segundo piso del Palacio de Gobierno. El cronista que por casi 30 años ha sido testigo de la ceremonia vio como ya no estaba la escolta de la Secretaría de Seguridad Pública y en su lugar unos militares llevaron el Lábaro Patrio del Salón Carranza hasta el de la Historia para que una mujer, la Teniente de la Fuerza Aérea Mexicana, Controlador de Vuelo, Cielo Nadxiely García Arteagalo, la entregue al Gobernador.

María Fritz Sierra leyó el Acta de Independencia dado en la sede del Congreso de Chilpancingo. Y Vila Dosal salió al balcón central del Palacio de Gobierno con el semblante serio, adusto, sereno, impertérrito. Y así se cumplía el protocolo al cabo de dos años de soledad, de cubrebocas y de reportes pandémicos.

«Mexicanos, viva la independencia nacional, vivan los héroes que nos dieron patria. Viva Hidalgo. Viva Morelos. Viva Guerrero. Viva Josefa Ortiz de Domínguez. Viva Yucatán. Viva la unidad de los yucatecos. Viva la soberanía nacional. Viva México», expresó el Gobernador mientras hacía repicar la campana y ondeaba la bandera junto a su esposa María Eugenia Ortiz Abraham. Él de guayabera blanca y ella de vestido verde.

La policía comunicó al cronista un cálculo de gente en los primeros minutos de hoy, mientras El Recodo hacía delirar a sus fanáticos. “El estimado es de 35 mil personas”, dijo la fuente policiaca.

Una fotografía de la muchedumbre sobre la calle 60 corroboró el informe. En los primeros minutos de hoy, 16 de septiembre, “Acábame de matar”, “Lo mejor de mi vida”, “Me gusta todo de ti”, “Y llegaste tú”, entre otras, eran coreadas por la gente mientras en el Salón de la Historia el Gobernador, sonriente, se fotografiaba con los invitados y el cronista solo miraba, como en aquel poema y como el policía de la tarde, ni atento ni distraído, con un vaso de agua en sus manos.