Sólo ocupan el 3 por ciento de la superficie terrestre pero albergan al 55 por ciento de la humanidad y algo hay que hacer con ellas
Por Raúl Asís Monforte González
Mérida, Yucatán, 25 de julio de 2022.- Las ciudades son organismos complejos y llenos de contradicciones. Ocupan solamente el 3 por ciento de la superficie de la Tierra, sin embargo en ellas habita hoy el 55 por ciento de la población mundial, y se estima que en 2050 sea tres cuartas partes. Son responsables del 75 por ciento de las emisiones globales de CO2 y consumen el 80 por ciento de la energía que es producida en todo el mundo.
Sus alcaldes en contraparte, son las personas que deben rendir cuentas dentro de su circunscripción, pero también adquieren con su cargo político administrativo una responsabilidad más grande, más allá de los límites de sus fronteras, y para con una mayor cantidad de personas de las que viven en su territorio. De hecho adquieren una responsabilidad con las otras 7.9 billones de personas que dependen de ellos para sobrevivir en este planeta que ya no alcanza a satisfacer nuestras necesidades. Necesitaríamos 1.7 Tierras para mantener nuestro estilo de vida, pero no tenemos más que una.
Así que, somos nosotros quienes tenemos que cambiar. Pero cuando atestiguamos la inacción global, las resistencias para implementar acciones, lo estéril de las negociaciones internacionales, es comprensible que muchas personas estén perdiendo la esperanza, esa caprichosa y escurridiza compañera que se oculta de nosotros a plena luz del día.
Pero necesitamos afianzar la convicción de que sí hay esperanza, y la mayor de las esperanzas se encuentra en las ciudades y sus líderes. Solemos ver las características de las ciudades como problemas de difícil solución, pero son esas mismas características, entre ellas su alcance, su tamaño, densidad, proximidad de sus líderes con las personas, adaptabilidad o su capacidad de reinvención, lo que nos permite planear para gestionarlas mejor y convertirlas en una poderosa herramienta para potenciar su eficiencia.
En las ciudades es posible cobijar y dar empleo a más personas en una menor superficie, compartiendo energía por medio de compartir los edificios. La densidad de las ciudades hace más accesible el transporte público y más rentable. Las ciudades ofrecen mercados de tal escala, que hacen financieramente viables las inversiones en energía renovable, y más eficientes la recolección y procesamiento de los residuos.
Y muchos alcaldes no están solamente enfocados en lo que sucede dentro de sus ciudades, sino que podemos encontrarlos asumiendo liderazgos globales, uniéndose en redes internacionales que establecen objetivos ambiciosos de descarbonización de los que se hacen responsables mediante esfuerzos de cooperación innovadores. No hay tiempo para debates abstractos o declaraciones floridas, la emergencia climática en la que nos encontramos demanda liderazgo y resultados. Es preciso un plan global para la descarbonización de las ciudades y encontrar el modo de financiarlo.
Si somos capaces de liberar el potencial de las ciudades, podremos minimizar el precio que el planeta ha de pagar por hospedarnos a una cantidad creciente de seres humanos. Las ciudades eficientes y sostenibles pueden ser una de las herramientas más efectivas con las que contamos para lograrlo. ¡Colaboremos todos en construirlas!
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