Veinte años pintando Mérida de colores

En su columna Nada nuevo bajo el sol Chepo Maldonado ofrece su visión de la marcha de la diversidad sexual. El movimiento está más vivo que nunca

Por Ricardo Maldonado Arroyo

Mérida, Yucatán, 19 de junio 2022.- Ayer, 18 de junio de 2022, se llevó a cabo la vigésima marcha de la diversidad sexual de Mérida. A reserva de que existen más reflexiones y miradas, ofrezco algunos puntos que resumen la relevancia de este hecho y que deben quedar registrados en la crónica de nuestra ciudad:

1. La marcha está más viva que nunca. Miles de personas abarrotaron el Paseo de Montejo y las calles del Centro Histórico. El escenario del espectáculo ofrecido sobre la calle 63, a un costado de la Casa de Montejo, es ya insuficiente para dar cabida a los asistentes. La cantidad de personas reunidas representa por sí misma un triunfo sobre el ostracismo y las violencias que niegan la diversidad sexual. También representa un triunfo ante las adversidades que hemos vivido con la Covid-19.

2. La diversidad de personas es igual notable. Acudieron todas las letras del abecedario que pudieran representar disidencia sexual, pero también todas las edades, todos los extractos socioeconómicos, personas que reivindican la identidad maya, personas con discapacidad, mujeres y hombres por igual, sin faltar los canes ataviados con prendas de colores. La presencia de familias con niñas y niños es signo alentador de que está normalizándose la diversidad de expresiones sexo-genéricas.

3. El concierto de voces es igual diverso y disonante, como suele suceder en las dinámicas de la sociedad civil. Hubo quienes acudieron a celebrar, hubo quienes acudieron a protestar. Para algunas personas fue su primera marcha, para otras, una cita habitual. El mensaje fue de fiesta y, a la vez, de reclamos a las autoridades, particularmente en los bajos del Palacio de Gobierno donde manifestantes denunciaron la violencia institucional por orientación sexual e identidad de género, los crímenes de odio y la negativa a reconocer legalmente la identidad de las personas transgénero y transexuales.

4. Fue un acto de gran carga simbólica que el derrotero recorriera Paseo de Montejo y terminara en la Plaza Grande. Ocupar la avenida más emblemática de la ciudad, las calles del Centro Histórico, que personas transgénero y transexuales, mujeres lesbianas, hombres gays, drag queens, personas bisexuales, queer y no binarias se apropiaran colectivamente del espacio público sin sufrir agresiones, habla de un cambio social. Un cambio insuficiente, pero innegable. Insertar en el paisaje de la ciudad esta paleta de colores le imprime un sello distintivo a nuestros tiempos.

5. Fue la primera marcha efectuada después de la aprobación de las reformas que posibilitan el matrimonio igualitario en Yucatán. Por supuesto, faltan derechos por ganar y la discriminación permanece latente, pero existen fuertes motivos para celebrar. En la marcha pude ver a muchas personas que, abierta o veladamente, y superando sus diferencias, empujaron la causa del matrimonio igualitario. Ahora lo hacen con otros derechos pendientes de reconocimiento.

6. Finalmente, la presencia de numerosas empresas y algunas instituciones de gobierno, figuras del espectáculo provenientes de otras latitudes, ha resultado polémico por el temor de que las demandas de los colectivos LGBTI+ se ahoguen en un mar de intereses comerciales, lisonjas a funcionarios públicos, el estruendo de las bocinas y el brillo de las lentejuelas. La sociedad civil trata de evadir la tentación de morder la manzana envenenada del status quo. No considero que este sea un caso qué lamentar. Al menos en la marcha de Mérida observé transgresión, escuché demandas y vi congregarse las posturas más disímbolas, fue preponderante la acción de organizaciones no gubernamentales y miembros de los colectivos LGBTI+. Espero que la marcha conserve este espíritu 20 años más.