Interiores, de Manuel Triay Peniche, una visión del periodismo yucateco de los últimos 50 años

El periodista presenta su libro Interiores. El ocaso de un gigante en el que narra con ese rigor que solo alcanza un buen reportero su punto de vista acerca del Diario de Yucatán y de la prensa escrita del último medio siglo en Yucatán

Por Rafael Gómez Chi

Mérida, Yucatán, 17 de marzo de 2022.- Desde hace 57 años, cuando las circunstancias y la casualidad lo arrojaron a la redacción del Diario de Yucatán, Manuel Triay Peniche tiene claro que un reportero sin amigos no es nada. “Hoy puedo contestarle a don Abel Menéndez que sí los tengo”, confesó anoche en la presentación de Interiores. El ocaso de un gigante, un libro de 334 páginas en el que relata su propia historia en el periodismo yucateco.

En el auditorio “Manuel Cepeda Peraza” de la Universidad Autónoma de Yucatán Triay Peniche desmenuzó el contenido de su texto sin ahondar lo suficiente para picar al público a embestirlo con la lectura y al final lanzó la piedra sin esconder la mano al hablar de la enfermedad que ha llegado a los medios de comunicación como un cáncer incurable: el dinero del gobierno que sostiene a muchos periodistas en la debacle económica.

Como escribe en la contraportada, esa enfermedad “después de muchos cuidados, de muchas prevenciones, ya le pegó fuerte al Diario de Yucatán”.

El periodista comentó algo que no es nuevo, pero que ha venido acabando con el periodismo y la información veraz, objetiva y critica, el tema de las redes sociales y cómo la tecnología ha enterrado a muchos periódicos. “Un reportero en cada hijo te dio, dice el Himno Nacional o algo así”, apostilló Triay Peniche para señalar que hoy cualquiera que tenga una cuenta en una red social se convierte en un informador. Pero no en un periodista.

Explicó que Interiores. El ocaso de un gigante “no es un libro de historia, no tiene el rigor científico, es un libro periodístico”, pero en opinión del cronista, que anoche mismo se chutó la mitad del texto por su amenidad y su agilidad en la redacción, opina que sí, que es un documento que bien podría servir de análisis cuando en el futuro alguien rastree las cosas de hoy, justo como un historiador lo hace en nuestros días para hurgar en el pasado.

Acompañado por la comentadora Gina Villagómez Valdez y por la presentadora Cristina Quiñones Gamboa, el periodista contó al público algunas anécdotas como esa de su ingreso al Diario de Yucatán “por necesidad, porque ni sabía ni me importaba, una mañana desperté sin trabajo y salí a tocar puertas. Me ofrecieron trabajo en el zoológico o en el Diario de Yucatán en cosas administrativas”.

Así como lo dice en el libro, contó que su primera experiencia fue cubriendo la fuente de Aeropuerto junto a Eduardo Huchim May. “Lo acompañé al aeropuerto y me dijo tú atrás y mira cómo se hace para que aprendas. Hacía la columna de Viajeros”.

—Me mandaron a la policía y me topé con algo más interesante que el aeropuerto. Y de ahí fui aprendiendo algo que hasta hoy sigo aprendiendo pero que no ha dejado de gustarme. Agradezco la presencia de ustedes, mis amigos, porque lo que pretendía era una reunión de amigos y creo que nunca se había concentrado un buen número de ex empleados del Diario de Yucatán como hoy.

En efecto, el auditorio se llenó de amigos y amigas que ejercieron el periodismo desde el Diario de Yucatán y de políticos y funcionarios fusionados en una especie de simbiosis pública, pero unidos varios por la amistad. Y más allá de eso, dar a conocer Interiores fue como aquellas concentraciones en las que ves gente de tantos colores que aquello parece más que una romería.

Cito solamente algunas de las personas: Dulce María Sauri Riancho, José Luis Sierra Villarreal, Angélica Araujo Lara, Victor Hugo Lozano Poveda, Celia Rosado Avilés, Loreto Villanueva Trujillo, Ricardo Ávila Heredia, Gaspar Quintal Parra, Erik Rihani Vales, entre otros y muchos más compañeros y compañeras periodistas.

—Cuando entré al Diario de Yucatán publicaba 16 páginas diarias, y cuando salí llegamos a tener ediciones de 120 páginas, daba 42 páginas de información, más los anuncios —dijo el periodista.

—El libro comienza con la vida de Carlos R. Menéndez González porque desde que entré éramos la oposición. No es la biografía de Manuel Triay sino como Jonás, pero no viví en una ballena, sino 41 años en el Diario de Yucatán, de donde viene el titulo, Interiores.

—No se podía gobernar sin el Diario de Yucatán para bien o para mal —subrayó Triay Peniche y ya habrá quien se lo discuta.

En el texto aborda las divisiones de la familia Menéndez, las cuales han llevado a la ruina a los dos periódicos que fundaron, pero no a una debacle económica, no, sino al deterioro profesional en muchos aspectos, carcomidos por la voluptuosidad de las redes sociales.

Por su parte, Villagómez Valdez resaltó que Manuel “logró reunir gente que no solo lo quiere, sino que lo respeta y que le demuestra una fuerte solidaridad con su presencia, porque ha sido generoso compartiendo información, cámaras, ha enriquecido mi actividad como científica social”.

—No solo dentro del periodismo es un gran personaje, sino en la sociedad, su sapiencia y su buen decir no le quita nada a la hora de hacer denuncias. Hablamos de un hombre que conoce, porque lo ha escrito, el acontecer cotidiano del último medio siglo de Yucatán.

La investigadora social retomó frases del libro como esa de que “el periodismo es una lucha contra el tiempo” y destacó que Triay Peniche “inició como reportero de la fuente de aeropuerto sin saber quién era Carlos Menéndez Navarrete”.

Pero era 1968 y Mérida tenía 250 mil habitantes, el salario mínimo era de 18 pesos, el Diario de Yucatán tenia unas cuantas páginas. En 1970 abrió la sección Local y en ese tiempo había censura del estado y la autocensura.

—Relata su propia historia, vivencias, encuentros y desencuentros. Interiores es un relato autobiográfico, en la vida cotidiana la narración forma parte esencial de una secuencia de hechos. En su libro destaca la crónica para contar sus experiencias. Habla desde adentro.

Villagómez Valdez sostuvo que el contenido se inscribe en el marco de la narración subjetiva en la que el autor forma parte de los hechos, es partícipe, no un observador a la distancia. “El lector no soltará el libro”, aseguró.

En efecto, el cronista da fe de que así es, no soltarán la lectura una vez que comiencen.