Vila: Tercer informe en la balanza (1 de 2)

¿Hay cosas buenas en el actual sexenio? Sí, sí las hay, pero no por ello debemos dejar de señalar pequeñas grietas que pueden y deben corregirse

Por Mitsuo Teyer Mercado

Mérida, Yucatán, 14 de enero de 2022.- Hace un buen tiempo que la política local le quedó chica a Vila. Sin oposición, con la mejor relación presidencial que un gobernador hubiera imaginado, las aspiraciones de estar en la boleta 2024 hoy hacen eco nacionalmente. Muchos aquí ya lo ven como un proyecto viable dada las circunstancias que la región Sur- Sureste ofrece, donde Yucatán sigue siendo el paraíso y hoy le toca reinar.

¿Pero aquí en el terruño cómo andamos? De los informes no esperemos mucho, desafortunadamente el artículo 242 de la Ley Electoral hace este ejercicio en un mero acto propagandístico. Es la oportunidad legal de mostrar lo bien que anda el Estado, y que es gracias a la figura de un solo hombre.

Atrás han quedado los ejercicios de demostración de fuerza política, el llamado músculo. Ahora son virtuales y todo mundo se engaña con likes y reacciones. Digo engaña, porque como casi todo en política actualmente es fácil de comprar. Ejércitos de bots y personajes virtuales, en el aplauso que “vale” y permite “medir». Desde hace rato el metaverso político es una realidad, aunque en la calle electoral la única moneda que realmente vale es el voto.

Teniendo esto como premisa, realizar de manera objetiva el análisis de la situación gubernamental de Yucatán es una tarea empañada por la neurosis de la raja política. Las voces que polarizan y no analizan; las que gritan y gritan que todo está mal, o que todo está bien, se pierden en el mar virtual de los extremos.

Desde esta columna vemos que no todo está perfecto, aunque tampoco es que se esté cayendo la casa. El paraíso está en riesgo, pero la responsabilidad es colectiva, porque jamás le daré tanto poder a un gobernante temporal ante las problemáticas sociales y ambientales que están ahí, listas para ser atendidas y solucionadas por los que vivimos en Yucatán o incluso por los y las que pretenden vivir o invertir en el futuro. En este barco estamos todos y todas.

Esta primera entrega habla de lo bonito, de los dos grandes rubros que hace que todo esté bien y no pase nada, que Yucatán sea tan único y especial:

1.- Seguridad.- En el recuento trianual y como plato central está la Seguridad Pública. Los números no mienten, o mejor dicho, los números tienen una verdad propia. Un vecino de la comisaría de Mérida llamada Los Héroes, me comentó: «aquí no hay delincuencia a nivel de la <<gente>>”.  Y aunque la tía que manda piolines dirá “ya no es como antes”, y la imagen pública de la corporación ha sido lastimada por sus escándalos que los incriminan y ponen como responsable de severas violaciones a derechos humanos, estamos mejor que todo el país. Sí, Yucatán ya no es como antes, pero sigue siendo una isla en un mar de sangre llamado México.

Hay un costo, claro. Desde hace años, antes de Vila, hemos militarizado a la policía yucateca en cuanto a su equipamiento y formación, y ya sabemos qué pasa cuando se militarizan las cosas. Estamos pagando una factura, mínima a nivel per cápita y nacionalmente hablando, pero factura al fin y al cabo. Unos la pagan gustosos, otros se tiran desde el Monumento a la Patria a la más mínima acción de la SSP y algunos solo nos cuestionamos el monto de la cuenta.

2.- Economía.- El otro componente del binomio que componen el paraíso: It´s the economy… póngase el adjetivo que guste. La continuidad rolandista rinde frutos y al parecer salir al extranjero a ofrecer Yucatán como la tierra mexicana de las oportunidades es y será siempre buen negocio. El mundo volvió a poner sus ojos en la península, dando una continuidad a una visión de políticas públicas que no se veía desde Víctor Cervera Pacheco. 

Y es que a pesar de la pandemia, Yucatán está de moda en México y el mundo. La gente prácticamente compra a ciegas un pedazo de tierra sin importar donde se encuentre, si tiene luz o agua o un papel que diga de quién es. Total está en Shangri-La 

Sin embargo el progreso cuesta y cuesta más cuando no hay orden. Los brasileños no se equivocaron en el orden de las palabras de su lema «orden y progreso». Aquí en el terruño es a la inversa. En muchas ocasiones estas inversiones o proyectos están lejos de la realidad que afecta a la sociedad. No hay consulta, ni sensibilización, y la improvisación con sorpresa ya aburre al caer en conflictos innecesarios que debilitan y desgastan la marcha de la administración pública estatal.

Conclusión de lo bueno.

Así las cosas de lo que está bien. Se ven pequeñas grietas, o como le dicen los optimistas: áreas de oportunidad. El problema con estas grietas, es que en unos años van a ser surcos si no se atienden ya. Hay zonas del estado y de la capital que ya reportan pandillerismo como en los años ochenta del siglo pasado.

La economía crece. Hay cierto desorden y eso puede generar falta de confianza para hacer negocios, pero sobre todo cuando es a expensas de los nativos o avecindados de tiempo atrás que están resintiendo una inflación mundial en donde la gran mayoría de la clase empresarial yucateca sigue pagando sueldos u honorarios de risa. Hay empresarios yucatecos que nos dicen que está muy bien eso de atraer inversiones de fuera, pero los locales también queremos participar y lo dicen porque la clase media está desapareciendo cada día más rápido y Yucatán no es la excepción.

Con estos dos pilares, seguridad y economía, Vila va a gobernar el resto del sexenio de lo que él decida gobernar sin complicación alguna. Si los partidos que se dicen oposición no hacen algo de manera estructurada e inmediata, podrá entregar estafeta a quien le convenga. Y ahí está su principal activo político; hasta la fecha no tiene un favorito para sucederlo. Ya vieron que está pasando a nivel nacional con la cargada desde palacio que deja fuera a unos y enaltece a otros.

El gobernador le aprende al presidente rápido, hasta en los errores. Cuando menos este año y el otro, el piso es parejo para todos los suspirantes. Nada de ocurrencias o de mensajes equivocados. Sin tribus e ismos se gobierna sin tantas distracciones, y quién va a querer distraerse en el camino a la mayor silla de México.