Por Raúl Asís Monforte González
Mérida, Yucatán, 01 de enero de 2022.- Justo cuando damos vuelta a la página del 2021 para iniciar con optimismo el año 2022, existen en el mundo cuatro veces más migrantes y refugiados por causas climáticas, que debido a guerras y otros conflictos. Necesitamos tener en cuenta los efectos del cambio climático sobre las personas, las familias y las comunidades.
Y es que un aspecto que solemos pasar por alto, es que las comunidades que están sumidas en condiciones de pobreza, o las pertenecientes a minorías étnicas y raciales, son las primeras en recibir los efectos adversos del cambio climático, y además los padecen con una intensidad injustamente desproporcionada.
Hemos hablado de manera reiterada en esta columna acerca de toda la amplia gama de consecuencias que se derivan del calentamiento ocasionado en el planeta Tierra por la emisión de gases de efecto invernadero debido a las actividades humanas. Uno de esos fenómenos que es relativamente desconocido, y que resulta de toda esta inestabilidad climática, son los ríos atmosféricos. Uno de ellos, de tamaño promedio, puede contener tal cantidad de agua como 25 veces la que corre por el cauce del río Mississippi.
Pero hoy no deseo abundar sobre estos efectos, me gustaría hacer acopio de optimismo y pensar en que tenemos a la mano las soluciones. Y es que en 2014, la electricidad procedente de las tecnologías solar y eólica, era más barata que la producida en nuevas plantas de carbón y gas, en únicamente un 1 por ciento de nuestro planeta, pero en tan solo 5 años después, ya se habían convertido en la fuente de generación eléctrica más barata en dos terceras partes del mundo, y se espera que entre 2 y 3 años a partir de hoy, la solar y la eólica se conviertan en la forma de electricidad más barata que exista en cualquier rincón del planeta entero.
También se espera que en menos de 2 años y en algunas categorías, los vehículos eléctricos serán más baratos que sus homólogos de combustión interna, pero en menos de 4 años lo serán también en todas las categorías.
De modo que si pensabas que una revolución sostenible altamente disruptiva era imposible, habría que recordar la frase del gran Nelson Mandela que dijo: “Siempre parece imposible, hasta que se hace”. Y por supuesto que somos capaces de hacerlo, es algo que están demandando, en especial la gente joven que se ha unido en lo que ya es el mayor movimiento social emergente en toda la historia de la humanidad, la lucha para detener el cambio climático.
Es necesario optar, en todas las ramas industriales y comerciales de la economía global, por el genuino desarrollo sostenible. La revolución de la sostenibilidad es hoy la más grande oportunidad individual de inversión que ha existido jamás. Tiene la escala que en su momento tuvo la revolución industrial, pero ahora viene asociada con la velocidad que le puede imprimir la revolución digital, y esa coincidencia, es una oportunidad histórica que no puede ser desaprovechada.
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