Batí sangre con un carnicero para terminar la primaria: David Arjona

Por su trayectoria como cardiólogo de talla mundial recibe el nombramiento de Médico del Año de la LXIII Legislatura y da un emotivo discurso

Por Rafael Gómez Chi

Mérida, Yucatán, 27 de octubre del 2021.- Luis David Arjona Canto, el Médico del Año 2021, confesó, sin tapujos ni remilgos, cómo terminó su primaria, batiendo sangre con un carnicero.

La revelación resultó algo macabra por la cercanía de los días de los muertos, pero al final entendible en la carrera de este renombrado cardiólogo dzemuleño de talla internacional que hoy recibió de la LXIII Legislatura el reconocimiento al Médico del Año, que por vez primera se entrega en Yucatán.

Impecablemente vestido con una guayabera blanca de mangas largas, el doctor evocó en su memoria el pasado huertano de su natal San Eduardo, cerca de Dzemul, donde lo trajo al mundo una comadrona.

—En Dzemul sólo había hasta 4º grado de primaria, el que repetí 3 veces —soltó como quien dispone de una travesura—. Un día le dije a mi papá que quería seguir estudiando, pero no había manera de hacerlo en Mérida por falta de dinero y a donde era difícil viajar. Un día me dijo “¿todavía quieres ir?” Y respondí: “sí”. “Vas a ayudar a un carnicero batiendo sangre en el rastro” me dijo. Y así fui a Mérida, batí sangre y terminé el 6º año en la escuela Hidalgo que hoy es un museo, pero ya saben ustedes que el muerto y el arrimado a los 2 días apesta.

—Luego, como pude entré a la Secundaria en el Internado para hijos de trabajadores donde nos daban todo, desde comida hasta zapatos y allí supe por primera vez que hay seres humanos malos. Vi a Octavio Paz que era como un asesor que al poco tiempo se fue, según por el calor. Luego todo fue menos duro.

Mirando a las y los diputados, en la más alta tribuna de Yucatán, este cardiólogo dijo que estudió la Prepa en el edificio central y Medicina en la Facultad de la Universidad de Yucatán. “Aunque vivía sólo y comía donde y como sea y lo que podía, supe que también había gente buena”.

—Hice mi servicio social en Ticul, donde mi mamá tenía parientes cercanos y al terminar, por incongruencias conceptuales en instituciones en México D.F. no me aceptaron en una de ellas, pero sí me aceptaron afortunadamente en el Doctors Hospital en Washington DC, luego en otro, en Alexandria Hospital, Virginia, donde me nombraron Jefe de residentes a pesar de ser de 2º año.

—Con mucho trabajo, la OEA me concedió una beca para estudiar un postgrado en Cardiología y Medicina Interna en la Universidad de Pennsylvania y allí terminé mi postgrado en uno de los sitios más prestigiados de Estados Unidos. Nunca pensé en permanecer en ese país, siempre supe que debía mostrar aquí todo lo bueno que aprendí en Medicina —dijo.

Para él, esa fue la mejor decisión de su vida y muchos años mantuvo comunicación con sus compañeros de allá y de otros países, “pero desde hace también muchos años ya no pude y la respuesta de sus familiares era que se fueron para siempre”.

—Conclusión: solo yo sobrevivo con mis casi 91 años y aunque no ejerzo ya, conservo al día mi preparación en Cardiología, por puro gusto y vocación, Vocación aceptando lo que dice en el diccionario, es algo que Dios te da.

Por eso es que se devolvió a sus orígenes paupérrimos. “Mi humildad es de herencia y la disciplina es de mis padres y de mis estudios en el extranjero, la separación de mi familia para comenzar muy temprano mi educación hizo que mi maya no sea perfecta, pero la entiendo bastante y la pronuncio sin fallas. En inglés casi todo lo entiendo y me comunico sin trabas”.

—Nací en una mesa, en la Hacienda San Eduardo con atención de comadrona, sufrí todas las afecciones ahora evitables con las vacunas y me presentaron en Dzemul, a donde me llevaron en un truck tirado por Rosalío, caballo que aún recuerdo y quien murió hace más de 70 años.

Relató que su padre fue una especie de administrador de Constancia, “otra hacienda, en gran medida por ser bilingüe perfecto, igual que mi mamá (bilingüe en ese tiempo quería decir que hablaban maya y español, no inglés y español como se interpreta ahora). Éramos 7 hermanos, 3 de ellas mujeres. Ninguno tuvo ni siquiera sobrepeso porque nunca sobró comida. Ahora solo quedamos 3: 1 en Estados Unidos y otra en Progreso”.

De ese modo, Arjona Canto recibió del Congreso del Estado el reconocimiento como Médico del Año, el cual atestiguó la secretaria General de Gobierno, María Fritz Sierra, con la presencia del secretario de Salud, Mauricio Sauri Vivas.

Su semblanza la leyó la diputada Abril Ferreyro Rosado, quien señaló que las fronteras del idioma no fueron una limitante para el Doctor Arjona Canto, por el contrario, fueron un aliciente para desarrollar sus aptitudes a nivel internacional; su coraje y amor por su tierra lo impulsó para realizar un internado Rotatorio de Postgrado de Julio de 1959 a junio de 1960 en el Doctors Hospital en Washington D.C.

Recordó que su Alma Mater, la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma, le otorgó un reconocimiento por su contribución a la salud de la población del Estado de Yucatán, por sus 50 años de ejercicio profesional, en el marco de la celebración del Día del Médico en el año 2008 y por sus logros en la formación científica y humanística de egresados de dicha facultad en el 2014.

—Es inevitable no agradecer a todas las médicas y a todos los médicos, que, como Usted, han dado su tiempo, y puesto sus conocimientos para luchar contra las enfermedades, y más desde el surgimiento de la pandemia del Covid19, el cual nos mostró lo frágil que es la vida, y la fortaleza de los profesionales de la salud. El escenario desconocido que hemos atravesado nos ha dado una lección de la valentía y el coraje de cada uno de ellos para interceder ante una nueva enfermedad que ha venido a cambiarnos la vida en muchos aspectos —señaló la diputada