El fin de las ideologías en México

Los partidos políticos han pasado de contenidos ideológicos a un pragmatismo patético

Por Luis Hevia Canto

Mérida, Yucatán, a 23 de septiembre de 2021.- Hablar de ideologías en México es complicado pues los partidos políticos dejaron de procurar sus contenidos ideológicos desde hace dos décadas. Lo anterior ha ocasionado que dejen de ser guías para orientar el actuar de un Estado y se conviertan en etiquetas que las personas ponen a otros o a sí mismos dependiendo de filias y fobias. 

Si bien, el PRI no está exento de haber descuidado su fundamento ideológico, al compáralo con los otros partidos mayoritarios se puede comprobar que tiene la ideología más apta para afrontar los problemas del país, además de haber sido el más congruente con su ideología al momento de gobernar.

Por ejemplo, el PAN, partido de derecha, tiene deficiencias en cuanto a su ideología pues algunos de sus fundamentos no son vigentes de acuerdo a la realidad actual del país. Acción Nacional se asume en sus documentos básicos como un partido humanista conforme a la concepción católica de la democracia, lo cual es incompatible con la pluralidad de caracteriza a México. Pretender imponer concepciones de una religión específica, independientemente de cual sea, en las instituciones públicas que rigen a todos representa un agravio para quienes no comparten dichas creencias. 

La reciente votación en el Congreso local respecto al matrimonio igualitario es una muestra de que algunas de las ideas fundamentales del panismo no se sostienen en el contexto jurídico y social de la actualidad. Esto genera confusión entre los cuadros blanquiazules pues no hay claridad sobre cuál debe ser la postura institucional ante escenarios en los cuales el enfoque de conservadurismo social atenta contra preceptos democráticos.  

Asimismo, la postura a veces descontinuada del partido blanquiazul complica sus aspiraciones de posicionarse en el centro del espectro político e incluso propicia errores entre sus militantes como la colaboración entre sus legisladores y VOX, partido español de ultraderecha.

Por otro lado, Morena también presenta inconsistencias en su ideología pues se mostró desde sus inicios como un partido de izquierda, lo cual refuerza su militancia con discursos que aluden a la distribución de la riqueza y símbolos como el sostener que López Obrador es el primer presidente socialista de México. No obstante, en la acción, el partido guinda se ha mostrado tan zurdo como diestro en los extremos del espectro político. 

En sus expresiones más marcadas de izquierda se puede observar la preferencia por programas de entrega directa de apoyos sobre la implementación de políticas públicas complejas para alcanzar objetivos sociales específicos. Ahora bien, las expresiones propias de una ideología de derecha no son menores pues las componen, entre otras, la promoción de una cartilla moral en colaboración con organizaciones de culto religioso, el apoyo a los principales empresarios del país mediante concesiones en proyectos clave para la nación y el escaso respaldo a temas de relevancia social como la lucha de género.

A diferencia de los dos partidos antes mencionados, el PRI cuenta con una ideología adecuada para hacer frente a los retos del país y ha sido congruente con ella desde los espacios de poder que ha ocupado.

De acuerdo a sus estatutos, el tricolor se asume un partido socialdemócrata la cual es una ideología procura la justicia social con intervenciones gubernamentales dentro de un marco económico capitalista. Dentro del espectro político, se posiciona en la centroizquierda. 

Dado que México ha demostrado ser un país con gran potencial económico, pero con una distribución de riqueza sumamente deficiente, la socialdemocracia es la ideología que mejor se apega a sus necesidades.

El PRI ha sido congruente con esta ideología cuando ha tenido la oportunidad de gobernar. En los últimos años del siglo pasado, esta congruencia se observó en la liberación de empresas estatales innecesarias para el ejercicio público con el objetivo de dar fin al “Estado obeso” que los teóricos de la administración pública criticaban, al igual que en la firma del Tratado de Libre Comercio entre los Estados norteamericanos. Desde el punto de vista social, la ideología se manifestó en la creación de los programas federales Solidaridad y Progresa de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, respectivamente, los cuales fueron dispuestos para combatir la desigualdad en el país.

Esta congruencia ideológica también estuvo presente en el sexenio de Enrique Peña Nieto ya que durante su administración se apoyó a la iniciativa privada con el establecimiento de las Zonas Económicas Especiales y la liberación del mercado energético; ambas disposiciones que la actual administración ha tratado de revertir, pero no ha podido hacerlo con éxito. Desde el enfoque social, el gobierno de Enrique Peña Nieto emprendió acciones como la Cruzada nacional contra el hambre o la democratización de las tecnologías y servicios de comunicación lograda con la reforma de telecomunicaciones. 

Es importante mencionar que las ideologías sirven para dar fondo e identidad a los partidos lo cual facilita que se reúnan individuos con posturas y valores similares. Sin embargo, los retos del país son tan complejos que las personas, particularmente quienes están en posiciones de gobierno, deben tener la capacidad de ver por encima del espectro político para tomar los preceptos que ayuden al país en un momento determinado, pero sin alejarse mucho la ideología de su partido pues denotaría incongruencia.

Por lo anterior, la posición ideológica dentro del espectro político más adecuada, y a la que los partidos usualmente aspiran, es el centro ya que les permite tomar preceptos útiles de la izquierda y la derecha sin perder su esencia. Gracias a su ideología socialdemócrata, el PRI no ha tenido problemas para mantenerse en el centro del espectro en las últimas décadas. 

Promover la generación de conocimiento político que contribuya al fortalecimiento ideológico de los partidos puede elevar el nivel del debate público, mejorar la educación democrática de la ciudadanía y dar un punto de referencia para medir la congruencia de los servidores públicos. 

Independientemente de los beneficios mencionados, en México es apremiante llevar a cabo este ejercicio reflexivo pues, debido a que personajes de relevancia recurren a etiquetas como “liberales y conservadores” para dividir a la sociedad, corremos el riesgo de caer en la demagogia si los partidos políticos no tienen fundamentos ideológicos sólidos para identificarse con claridad y dignidad.