La teoría del compló a la yucateca o el arte de la política de ficción

¿Qué llevó a la Senadora Verónica Camino a quejarse de un supuesto «fraude electoral» tres meses después de la elección sin haber hecho ninguna acción jurídica que sustente sus dichos? ¿Acaso piensa que el electorado es tonto?

Por Mitsuo Téyer Mercado

Por varios años me desempeñé como abogado electoral y desde la mesa que hoy escribo está columna se tiraron y sostuvieron candidaturas, se planificaron elecciones, estrategias de recuentos, procesos internos, denuncias y defensas a gobiernos y funcionarios que – como es la política – algunas se ganaron y otras se perdieron, como en todos los procesos electorales.

En concreto sé de lo que estoy hablando y me considero con la obligación (más en esta nueva faceta profesional de opinólogo) de explicar conceptos en la materia, más cuando ahora se pretende confundir a la ciudadanía y generar una falsa percepción con una palabra que el propio López Obrador puso de moda desde hace algunos ayeres: compló.

No, no es error de dedo, es la manera en la que el Presidente se ha referido a lo largo de su carrera política para descalificar cualquier crítica durante sus derrotas y hoy se tropicalizó el término en el Diario de Yucatán.

La elección del 6 de junio sigue dando de que hablar con ecos, tumbos y retumbos de muchas personas, entre ellas la Senadora Verónica Camino Farjat que en una entrevista al periódico de la vida peninsular anunció a los cuatro vientos el término “Colusión Electoral”, para referirse a situaciones determinadas de hecho y derecho en las que considera que todo el sistema estatal, el IEPAC y buena parte de los partidos políticos confabularon cuál entes malvados de telenovela para que MORENA se fuera al penoso tercer sitio.

Todo lo anterior, bajo la premisa de que los resultados fueron, son y serán falsos, porque se cambiaron los vehículos que llevaban los paquetes electorales y que no hubo certeza. El complo suena y resuena y da “respuestas”.

Me pregunto, ¿cómo quiere la clase política que confiemos en sus – nuestras o como quieran llamarles – instituciones electorales, sí con cada pérdida de elección no falta quien haga este tipo de declaraciones que lastiman a la democracia?

Ahora bien, ¿las declaraciones tienen sustento legal? Aparentemente, sí. Que la famosísima cadena de custodia se rompió en cada urna de la ciudad y eso derivó en un macro fraude electoral…Sí, tiene aparente lógica, pero solo son eso, apariencias.

No pienso defender a los órganos electorales y sus decisiones; sin embargo, hay un elemento jurídico que jamás se trastocó y fue la representación en dichos órganos que dan certeza a la elección. Todos los partidos tienen ese derecho y pueden hacer las manifestaciones que consideren en el momento procesal oportuno. Sorprendentemente, no hubo recurso o estrategia jurídica alguna. Solo una “verdad absoluta”: la de la Senadora.

MORENA tenía personas como representantes en todas las casillas y en los órganos electorales, para vigilar que precisamente eso no sucediera. La propia Guardia Nacional custodió en muchas ocasiones los paquetes electorales. ¿También ellos participaron en la colusión?

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A pesar de todo lo escrito hasta aquí, hay algo que no me cuadra desde la experiencia, ¿por qué no metieron un recurso con toda la precisión jurídica y, en lugar de eso, metieron un oficio que al más triste tinterillo le daba pena, mínimo para explorar las razones del IEPAC del cambio de logística vehicular?

Ese es, en gran medida, el magnífico (y único) argumento que sirve de base para la narrativa del complo en su contra para haber perdido la elección y que, además, fue confabulado por las malvadas fuerzas políticas estatales como Vila, Renán, los Rosas Moya, Ivonne, Saiden, las Fuerzas Armadas, el INE, IEPAC, TEPJF, PAN, PRI, PRD, PVEM, MC y toda la chiquillada política que nació y murió en estas elecciones. Si, ellos, “los de siempre”, “la mafia del poder”  con miles de ojos vigilantes en cada boleta y urna, le robaron la elección que ya tenía ganada pues, según, los números ya habían hablado.

Hacer algo en caliente cumpliendo con los parámetros mínimos de organización es algo común y regular en el desarrollo de la jornada o días antes. La logística no cuadraba y la cambiaron por el IEPAC. Chico problema y resuelto. Si hubo o no anomalías administrativas es “chamba” de su contraloría.

Al final de día, se recurrió a una estrategia gastadísima en la que una parte paga y la otra se presta y no se define quien usa a quien, pues el Diario de Yucatán no pierde oportunidad en obtener “más carnita” con fines personalísimos en su batalla contra los Rosas Moya y que, en la figura de la Presidenta del IEPAC, han encontrado a su piñata predilecta en la fiesta democrática de la primera elección pandémica.

Todos los actores políticos tienen intereses y, entre ellos, también figura la prensa, pero más el Diario que hoy mostró los dientes para darle espacio a una teoría de complo que pocos entienden y que quienes conocen de la materia dicen lo obvio: nada justifica una derrota de tal magnitud y de esa manera.

Cualquier derrota sin autocrítica no sirve para el proceso de crecimiento y concentrarse en buscar culpables a como de lugar – y a tres meses después de la elección – no es práctico en lo absoluto. Es mejor mirar hacia adentro, y ya ni hablemos de MORENA, sino de la candidatura de la Senadora que SI tiene una explicación en la derrota; sin embargo, por alguna razón nadie ha dado cuenta y a la distancia son evidentes para los que nos gusta leer los juegos electorales, por lo que pongo algunas sobre la mesa:

1.- El gandallismo de su “grupo” (y empleados) de toda la planilla de Mérida, generando descontento y división.

2. La salida de su coordinador electoral a escasos días de la elección.

3.- La falta de pago a una estructura fiel a MORENA.

4.- La casi nula creación de propuestas que impacten en la vida de la gente, así como la falta de comunicación estratégica electoral y en sí, – cual terremoto – ser el epicentro del conflicto que vive MORENA en Yucatán por el poder.

Esta suma de decisiones y “eventos desafortunados” se convierten en la verdadera colusión de factores que derivaron en una estrepitosa derrota. Lo demás son cuentos electorales que por muy estruendosos que suenen, son eso, cuentos de errores humanos, de autoridades electorales rebasadas por la propia elección.

De eso, a una colusión de funcionarios tipificada penalmente hay kilómetros de diferencia; al fin y al cabo, el electorado no somos infantes para que nos cuenten cuentos, aunque los diga el Diario o hasta el Presidente. Yucatán merece una oposición política real y no circos, maromas y teatreros que se resumen en una frase: política ficción.