Por Raúl Asís Monforte González
Mérida, Yucatán, 19 de julio de 2021.- La semana pasada recibimos mi familia y yo la visita de unos apreciados parientes que viven en ese pujante municipio norteño de San Pedro, en el estado de Nuevo León. Nos platicaban a detalle la experiencia desagradable que tuvieron que pasar hace algunos meses con motivo de las tormentas invernales que azotaron el estado de Texas en USA y algunos estados del norte de nuestro país.
Coincidentemente acababa de leer un interesante artículo llamado “Lessons from the Texas Blackout”, escrito por Shaheen Pasarya y Scott Nguyen para la revista “North American Clean Energy”, en el que hacen un relato casi idéntico al que nos cuentan nuestros visitantes. Pasar una o dos noches con temperaturas de menos siete grados Celsius sin servicio de electricidad, subirse por ratos al automóvil y encender la calefacción para paliar un poco el incesante frío, el teléfono móvil casi ya sin pila, angustia, temor, preocupación.
“Necesitamos que nos propongas un sistema de paneles solares, con sus baterías de respaldo para la casa”, comenta Horacio, “no queremos volver a pasar por esto”.
Hace dos semanas escribí en esta misma columna, precisamente acerca de que estoy observando un crecimiento favorablemente en la cultura de la prevención y de contar con un respaldo de energía para cuando ocurren estos eventos, la compartí en algunos grupos de WhatsApp de colegas integradores de soluciones de energía renovable, y de inmediato algunos empezaron a comentar: “pero aún es muy caro” o “no es rentable todavía, la recuperación de la inversión se va a muy largo plazo”. Contesté que no imaginaba en un grupo de propietarios de tortillerías, comentarios como “la tortilla engorda y no es nutritiva”.
En el artículo referido, los autores dicen que en Texas, antes del apagón, todas las conversaciones de ventas terminaban cuando el mismo vendedor le decía al cliente: “económicamente, no te conviene añadir baterías a tu sistema fotovoltaico”. Hoy, esos eventos han enseñado a los consumidores, que no todo se trata del retorno de inversión (ROI), hoy los Texanos tienen una nueva relación con la energía, una que ya no es abstracta, una que les permite comprender desde lo más íntimo, que la energía equivale a tener una temperatura confortable para vivir, agua limpia para beber, y aparatos médicos que pueden salvar la vida, y eso no tiene precio.
Algunas empresas solares de aquel estado, reportan 200 por ciento de incremento en el interés por instalar paneles solares más baterías a partir de febrero de 2021, otras reportan que los clientes que piden incluir almacenamiento a la cotización de su sistema fotovoltaico, ya representan el 80 por ciento de los que solamente piden paneles solares.
Más aún, conforme avanza la tecnología de las baterías y sus sistemas de gestión inteligente, también hay una tendencia a bajar los precios, por lo que quizás hoy, al considerar este tipo de inversiones, debamos voltear hacia otros de sus grandes beneficios, pero muy pronto, el ROI también puede darnos una gran sorpresa.
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