Sami Guadalupe Trujillo Franco, la joven que fue víctima de trata de personas y obligada a prostituirse desde los 12 años, demandó justicia y protección para ella y su familia a las puertas del Palacio de Gobierno, debido a que quienes la violentaron siguen libres y amenazándola de muerte.
Acompañada por feministas y mujeres organizadas por la justicia hacia las demás, la joven, que en un principio dio a conocer su caso como “Anahí”, pidió al Gobernador Mauricio Vila Dosal que no haga oídos sordos a su llamado.
Trujillo Franco se quejó de la forma en cómo fue tratada en la Fiscalía General del Estado y de unas declaraciones de prensa de la Secretaría de las Mujeres, por lo que reiteró la necesidad de contar con protección las 24 horas del día.
La joven entregó a la guardia palaciega una carta, cuyo final fue leído por ella y que a la letra dice: “Por último me atrevo a decir, después de todo lo que he pasado en estos últimos meses, que lo que está frenado en Yucatán no es la violencia en contra de las mujeres, lo que está frenado es la justicia en la atención que nos merecemos niñas y mujeres, como mi hija, mi persona y la de muchas más. Viva me quiero. No quiero que me maten. Necesito que usted mande proteger y garantizar mi seguridad y la de mi familia y hago responsable de su gobierno lo que pueda pasarme.. Las niñas y mujeres de Yucatán, merecemos una vida libre de violencia”.
En su carta expresó que con el apoyo de varias organizaciones de la sociedad civil, se atrevió a dar a conocer su caso públicamente, pues vivo con temor. “Mi miedo no me permitió hablar, pero ahora vengo a solicitarle a usted las medidas de protección, y a manifestar mi indignación ante el trato recibido de la fiscalía y más al leer en días pasados las declaraciones de la Secretaria de las Mujeres en la prensa. Me indigna y me da mucho coraje pues nunca. En ningún momento me han apoyado con mi caso”
Recordó que ella únicamente está haciendo valer sus derechos. “Mis agresores están libres y no pasa un solo día que no me amenacen de diferentes números telefónicos. Mi teléfono está intervenido, al grado de que ya no puedo salir a trabajar. Mi vida ha vuelto a ser un infierno. Amenazada. Golpeada en mi propia casa. Vivo en constante angustia y temor de que algo me pase”.
“Por eso hoy, 25 de octubre del 2020, recurro a usted. Sé que es difícil me reciba, pero dejo en este Palacio donde usted gobierna, esta carta como prueba de mis miedos y mis temores para que garantice mi seguridad, pues no quiero ser un numero más, una muerta más, una asesinada más. Quiero manifestarle que también temo por la vida de mi esposo y de mi hija de dos años y si bien es cierto que me robaron mi infancia, no quiero me quiten mi presente y mi futuro. Y decirle que como yo, hay muchas niñas y jóvenes que están viviendo lo mismo sin alzar la voz”.