Los «opinólogos»

Por Pilar Faller Menéndez

Desde luego, no creo que la palabra “opinólogo” exista, pero no encuentro otra acepción para aquellos que han encontrado en dar su opinión ante cualquier texto que surja en las redes sociales, manifestando que se han documentado en la materia que se esté tratando. Se vale, aunque existe cierta duda de mi parte de que lo que estén expresando sea del todo cierto o válido.
Estamos viviendo un momento en el cual la inconformidad ante todo se deja ver, y no son pocos los que se encuentran en una posición contraria ante las medidas que se toman para evitar que la gente contraiga este virus del que poco sabemos, y hay quienes se han atrevido a opinar que todo se trata de una estrategia para crear temor ante los ciudadanos.
¿Temor a qué? No encuentro una respuesta a esta pregunta, porque si realmente fuera un temor sin fundamentos, no estaríamos sufriendo la pérdida de empleos, ni muchas empresas se encontrarían en una situación poco favorable económicamente hablando. Hemos visto en las plazas comerciales cientos de negocios que se han visto en la necesidad de cerrar ante la contingencia de un virus que ya ha cobrado miles de vidas.
No son pocas las personas que me han preguntado si soy de las que están guardando cuarentena o que puedo asistir a reuniones sociales. La respuesta que voy a dar no tiene nada que ver con las medidas de prevención: hace más de un mes que me encuentro sin vehículo por un accidente que todavía no se resuelve y mi automóvil se encuentra todavía en el corralón porque no se ha logrado llegar a un veredicto debido a la lentitud del perito correspondiente. Pero esto es harina de otro costal.
Se han lanzado desafíos ante las medidas y hay quienes han expresado que ninguna autoridad va a coartarlos de su libertad y permanecer encerrados y tener que usar el tapabocas que ha pasado a ser parte de nuestro pasaporte para ingresar en sitios públicos. Estas personas están en plena libertad de no utilizarlos, pero me imagino que están conscientes de que no tendrán acceso a esos lugares.
Los que observamos las medidas precautorias no tenemos miedo, tenemos precaución, y si, existen otros países que no han tomado esa medida. Cada quien ha tratado esta pandemia bajo método de ensayo y error y ante las críticas que llueven, en ningún momento quisiera estar en los zapatos de ningún gobernante.
La lupa está usándose para encontrar cualquier defecto o mala decisión que se haya tomado en todos los sectores, sobre todo en aquellos que han salido más perjudicados que otros. El pueblo ha decidido opinar, exigir e incluso dictar cómo se deben llevar algunos asuntos de los que muchas veces poco saben.
Pero si de algo podemos estar seguros, es de que se está ejerciendo un derecho válido que es el de opinar, y hemos encontrado en las redes sociales un medio idóneo para ello. Se han librado miles de batallas espetando desacuerdos, y son muchos los que caen en ellas sin llegar a conclusión alguna. Aquellos editorialistas reconocidos en medios impresos, se han vuelto tal vez menos poderosos con su pluma. La gente no lee, está más presta para externar su opinión y hacerla valer.
El tiempo que estamos dedicándole a estar “enchufados” discutiendo, cada vez es más, y pasamos por alto muchas aportaciones enriquecedoras que pudieran aplacarnos un poco. Hay quienes están haciendo un esfuerzo por brindarnos arte, por narrarnos historias sobre nuestra ciudad que no conocíamos. No todo es política ni desencuentros, y si el dar nuestra opinión sobre todo es una catarsis ésta será respetable, aunque no siempre leída.