Por Mitsuo Teyer Mercado
Mérida, Yucatán, 5 de enero de 2022.- Y cuando nos levantamos, el mundo pospandémico ya estaba aquí.
De la nada, el sueño pandémico se acabó. La pesadilla dirán, y me corregirá la mayoría de los lectores, aunque eso depende, como siempre, de las circunstancias: de la mano de dos dosis de vacunas (aunque se necesitarán tres o tal vez cuatro) y una cierta sensación de hastío del encierro, del que quizás hasta los más anacoretas y ermitaños han concluido que esa no era forma de vida viable. A lo que concluyo, con que el 2021 fue en definitiva el año en que se acabó, tentativamente, la primera temporada de la pandemia, y vienen otras al parecer. 1
El encierro es antinatural, por eso se convirtió en casi un castigo para muchos. Apenas comimos las primeras migajas de confianza, decidimos seguir con nuestras antiquísimas y acostumbradas formas de hacer el día a día, aunque inevitablemente hay algunos otros que le agarraron amor a la casa como segunda oficina, plenamente válida y funcional. 2
Sin embargo, en buena parte de la economía informal de este país necesitamos salir a la calle. 3 !Ómicron, déjate venir! Aquí te esperamos con la urgencia de la necesidad y a jugar con nuestras probabilidades cada vez más “certeras” de que nuestra salud no colapsará. Vamos domando el virus, pero la ruleta rusa sigue teniendo balas. A cuidarse, a vacunarse y a convencer aquel conocido antivacunas, que todos tenemos alguno por ahí, para que ya se la apliquen lo más pronto posible.
México afronta este inicio de año más incierto que nunca, con crisis en cada partido político, poder y en casi todos los Estados de la república. Pareciera que hay un absurdo deseo de seguir calentando la olla de la seguridad pública nacional que, cuando parece que no puede rebozar más sangre, el infierno de la violencia destruye a las nuevas generaciones mexicanas. Cada vez parece que nos sentimos más seguros de gobernar en el caos, el típico recurso y constante de Palacio Nacional. 4
Y todo esto nos remonta a recordar que vivimos en un paraíso llamado Yucatán, donde en algunas ciudades del estado (y más en lo específico, Mérida) ya tenemos empezamos a tener esos chistosos problemitas de «ciudad grande»: inseguridad y tráfico. En evidencia, los recursos naturales del estado como la tierra y el agua barata, hicieron que en los últimos diez años llegarán personas de todos los estados de la república y varios países, del que por cierto, spoiler alert, no se van a ir.
En estos años pandémicos el arribo de nuevas personas a tierras yucatecas fue constante y sonante. Sin embargo, los “naturales” o los born and raised, como dirían los texanos, no lo vieron y ahora les carcome cierto bichito de incertidumbre o también llamado ¿xenofobia?. Sea como sea, para mí, «yucateco» es todo aquel que decidió elegir esta sucursal del infierno térmico para vivir. No sé dónde se tramita el pasaporte yucateco, pero hay todo un andamiaje por parte del gobierno estatal para seguir fomentando la inversión extranjera y nacional, lo cual derivará en… más gente viviendo aquí.
Los problemas sociales están ahí y no hay mucha voluntad en resolverlos. Todo indica que mientras más problemas, mayor es la necesidad del poder público. No, así no funciona. Por el contrario, la solución está en el vecino, el amigo, en el barrio, en la banda y en la gente que ha crecido contigo; esos con los que siempre puedes contar siempre. Y si no tienes gente así, revisa qué estás haciendo mal como ser humano.
En definitiva, este 2022 no será un paseo en las nubes, por el contrario puede que arrecien algunas problemáticas políticas y sociales que ya se vienen gestando desde hace un tiempo. Por lo pronto, los meridianos se levantaron con la nueva noticia de que su predial se disparó a casi el doble y que a la famosa ruta “Va y Ven“ se le acabará lo gratuito el próximo 31 de enero.
Y así saldrán miles a afrontar el día a día, porque aunque la pandemia ya no es igual de mortal como al inicio, vivir en Yucatán en estos tiempos de gran desarrollo económico (5) no es tan esperanzador cuando viene acompañado de racismo, discriminación y violación a los derechos humanos; es apenas sobrevivir. Está en cada uno hacer pequeños o grandes cambios colectivos, educativos y de conciencia social que permitan mejorar tanto la condición personal como comunitaria.
A nuestro barrio, Yucatán, le urge que se haga una gran intervención para entender que hay que hacer un cambio en nuestra forma de consumir, vender, pero sobre todo en la manera de hacer políticas públicas, ya que en diez años sabremos que cuando se pudo hacer algo, no se hizo. Y este año es un buen momento, que mejor lugar que aquí, que mejor momento que ahora.
2.- https://www.bbc.com/mundo/noticias-53117592
5.- https://realestatemarket.com.mx/economia-y-politica/33943-la-cuarta-economia-mas-dinamica-del-pais