Por Pilar Faller Menéndez
La expresión “O.K.” comenzó a utilizarse en el año de 1839, y aunque este sea un término que se acuñó en los Estados Unidos, hoy en día se ha vuelto universal para expresar que todo está bien, aunque sus orígenes indican que el ejército norteamericano lo utilizaba como una abreviación de cero muertos (“0 killed”) a principios del siglo XIX con el fin de comunicar que no habían sufrido ninguna baja.
De alguna manera esta expresión tan breve se volvió popular en su país de origen al grado de que ésta se expandió por el mundo entero, y en la actualidad es utilizada en casi todos los idiomas para referirnos a que todo está bien. Incluso existe en el lenguaje de signos su interpretación.
Cansados probablemente del tema, no lo mencionaré, pero regresando a sus orígenes, el deseo más grande que vivimos es que todo el mundo tenga cero muertos, un O.K. que se propague igual que la pandemia que nos está afectando, y que esto pueda lograrse gracias a la solidaridad de todos al acatar las medidas preventivas.
Un O.K. que nos devuelva la sonrisa y nos haga visualizar que los esfuerzos que pusimos en esta batalla valió la pena, que hemos pasado un tiempo único en que la humanidad entera se ha rendido y ha sido humilde ante un destino fatal a falta de precauciones, que ha prescindido de su forma volátil de ser, para darse un tiempo de contemplar hacia adentro sin estar buscando los estímulos de afuera.
Reflexión, rezos y creencias, que el día de hoy no tienen más templos que nuestra casa, en donde probablemente imaginamos un mundo exterior que debido a nuestras prisas no apreciábamos, y que ha hecho que lo añoremos y que queramos dedicarle unos minutos a recibir lo que la naturaleza ofrece y a la que tanto hemos dañado.
Ante la incredulidad de muchos, hoy pueden verse delfines nadando en los canales de Venecia… este respiro ante la brutalidad contaminación que la humanidad realiza ante su paso ha hecho que resurja lo que creíamos perdido y que a través de imágenes virtuales estamos constatando.
Ha sido necesario esto para parar la prisa loca y poder ponernos en un modo más introspectivo queriéndolo o no, porque en algún momento de este aislamiento nos volveremos a encontrar con ese yo que muchas veces no escuchamos y no conocemos, ese yo que ha pedido muchas veces a gritos salir y confrontarnos acerca del camino que estamos tomando, ese yo que no duerme, que siempre está allí pero que es desoído por el ruido permanente de nuestra mente.
Hoy todo el mundo clama por cero muertos, por apagar este fuego que se esparce a una velocidad parecida a la de la luz, que nos ha robado las calles, y todo nuestro mundo exterior, y nos ha impuesto una quietud bajo nuestras paredes, probablemente como una lección de sumisión ante la leyes de la naturaleza.
Los destrozos que hemos hecho, hoy se encuentran suspendidos, el mar se ha vuelto más limpio, y el aire más claro, el verdugo se ha quedado confinado temiendo por su vida mientras que otros luchan desesperadamente por salvar a los que se encuentran a punto de perderla.
O.K. para todos, es un deseo mundial que muchos esperan para poder salir de nuevo, probablemente transformados y más conscientes, con un hambre de poder sentir el viento batir el rostro, y poder sentir la libertad que abre las puertas al exterior porque no hemos sabido encontrarla en nuestro interior.
Un O.K, para poder volver a andar por los caminos que cientos de veces hemos andado pero no hemos mirado, para reconocer todo aquello que teníamos pero no habíamos valorado, un O.K. para salir a hacer lo que nos corresponde con un sentido de solidaridad y no de egoísmo, eso es lo que probablemente aprendamos después de éste tiempo de tempestad cuando la calma llegue. Pidamos y hagamos entonces, un O.K. posible para el mundo.