Por Raúl Asís Monforte González
Mérida, Yucatán, 22 de noviembre de 2021.- Hoy, al despertar, bajaste un pie de la cama y lo posaste sobre un piso que probablemente está hecho de concreto. Luego bebiste un café, te tomaste un nutritivo desayuno y seguro que varios de los ingredientes que consumiste, llegaron a tu país por un puerto cuyas instalaciones están construidas con concreto armado, lo mismo que el automóvil en el que te trasladaste a tu oficina.
En el camino, es muy posible que hayas transitado sobre calles hechas de concreto. Estacionaste tu vehículo en un edificio construido con concreto, y caminaste sobre aceras de concreto. Entraste a tu oficina hecha de concreto, que se alimenta de electricidad que fue generada en una presa cuya construcción requirió una enorme cantidad de metros cúbicos y toneladas de concreto, y llegó hasta ti a través de lineas de alta tensión cuyas torres están cimentadas con grandes dados de concreto.
El concreto es el material hecho por el ser humano más utilizado del planeta. Cada año se producen 14 billones de metros cúbicos. También es una de las fuentes más significativas de emisiones de CO2 a la atmósfera. Su producción contribuye con cerca del 7 por ciento de las emisiones globales.
Así que, teniendo en cuenta el preponderante papel que desempeña el concreto en nuestra vida diaria, y el pronóstico de crecimiento en el futuro inmediato debido a la necesidad de cada vez más y mejores obras de infraestructura, o el nacimiento de nuevos desarrollos habitacionales, comerciales e industriales, resulta inevitable reconocer el gigantesco impacto que tiene en el medio ambiente y en la generación de cambio climático.
Por esta razón, muchas asociaciones y organizaciones relacionadas con la construcción, están auto imponiéndose compromisos de reducción de Gases de Efecto Invernadero (GEI), y de crear soluciones sostenibles para la industria de la construcción.
Apenas el pasado mes de octubre, la Asociación del Cemento Portland dio a conocer una hoja de ruta hacia la neutralidad de carbono, un extenso plan que detalla la manera como la industria del cemento – concreto – construcción hará posible alcanzar un estatus de cero emisiones netas transversalmente a toda su cadena de valor, en el año 2050. Asimismo, 40 miembros de la Asociación Global del Cemento y el Concreto han asumido el compromiso de reducir las emisiones del sector en un 25 por ciento para el año 2030, en línea con la hoja de ruta mencionada.
Y esto genera interesantes avances tecnológicos, como el esfuerzo que ha realizado el Centro de Innovación en Ingeniería y Grafeno de la Universidad de Manchester en colaboración con la empresa Nationwide Engineering, que han desarrollado un concreto mejorado que incorpora un material bidimensional llamado grafeno, que da como resultado una alternativa al concreto tradicional, que no solamente es más barata y tiene un mejor desempeño, sino que además reduce las emisiones de carbono en alrededor de un 30 por ciento. Le llamaron “concreteno”.
Así que, en concreto, y con la ayuda de la tecnología, es posible que logremos un verdadero desarrollo sostenible sin demeritar nuestra calidad de vida.
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