Por Raúl Asís Monforte González
Mérida, Yucatán, 5 de octubre de 2022.- La industria de la construcción mexicana necesita con urgencia crecer sustancialmente y para lograrlo se necesitan tres cosas: inversión, inversión y más inversión. Pero también importa mucho en qué se invierte, cómo se invierte y dónde se invierte.
Indiscutiblemente debe ponerse énfasis en la infraestructura productiva, como autopistas, puertos, aeropuertos, centros logísticos, generación, transmisión y distribución de energía, agua y drenaje. El dinero público debe administrarse transparentemente y con eficiencia, para hacerlo rendir al máximo. Y los proyectos deben estar soportados por diseños, estudios y planeación suficiente, que eliminen o minimicen riesgos, además de ubicarse en donde realmente son necesarios y causarán el mayor beneficio.
Esto no es cabalmente entendido en todo el mundo y menos en nuestra lastimada América Latina o en México. Es envidiable el crecimiento que está teniendo el sector construcción en Asia, especialmente en Pakistán, cuya industria de la construcción aumentó 14.4 por ciento en 2021, se espera alcance un 14.8 al cerrar 2022 y se pronostica que tenga una expansión total del 92 por ciento en los próximos siete años, y todo esto gracias a la inyección de enormes flujos de capital desde el gobierno, que ha entendido muy bien el tema.
Desde luego, las buenas noticias también tienen sus consecuencias negativas, una alta demanda en ciertos materiales, junto con otros factores, ha ocasionado inflación y escasez, que están teniendo un impacto brutal en las obras de infraestructura, con sobrecostos y retrasos importantes.
Esta situación impone nuevos y colosales desafíos a la necesidad de transitar más rápido y con más ambición hacia la construcción sostenible. La invasión de Rusia en Ucrania contribuye a agravar esta situación en un sector que es de los más expuestos y vulnerables ante la crisis energética causada por esta guerra.
En la construcción son usados materiales energéticamente intensivos, como el acero y el cemento, en los que el costo de la energía podría llegar a tener un impacto de alrededor del 30 por ciento, y con los precios del gas y la electricidad por las nubes, se compromete el buen avance del proyecto, su costo y su eventual puesta en marcha.
En este entorno y con el mundo entero cada vez más preocupado por que la construcción sea más sostenible, se vuelve relevante el papel que juegan los materiales, y cómo éstos contribuyen a hacer una real diferencia en una industria que es considerada como una de las más grandes emisoras de gases de efecto invernadero. Y el sector está buscando abordar este asunto desde varios frentes, como por ejemplo haciendo que el combustible (diesel) que mueve la inmensa mayoría de las máquinas usadas en construcción, genere menos emisiones y menos dañinas, o de plano tornar a motores eléctricos, así como también promoviendo el uso de una menor cantidad de materiales y cuidar que éstos sean sostenibles, como por ejemplo la madera.
La función principal de un material de construcción sostenible es reducir el impacto que tiene en el medio ambiente.
Un material sostenible, es aquel que es durable, reusable, y reciclable, no lo olvidemos.
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