El Cronista Yucatán
Por Rafael Gómez Chi
Ticul, Yucatán, a 12 de octubre de 2025.— Vecinos de Ticul reportaron una ligera vibración y un estruendo breve el pasado 10 de octubre. No hubo daños ni afectaciones, pero el comentario volvió a la mesa: “¿De veras tiembla en Yucatán?” La respuesta es sí, y no es nuevo.
Para muestra, un antecedente reciente y documentado: el domingo 6 de noviembre de 2022, alrededor de las 6:30 de la tarde, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) registró un sismo de 3.8 grados con epicentro 20 km al sur de Kanasín. Aquella vez se viralizaron titulares grandilocuentes y memes ingeniosos, como si el fenómeno fuera inédito. No lo era.
La memoria sísmica de Yucatán está escrita, incluso, en piedra. Y también entre mármoles: en el cementerio general de Mérida operó desde 1911 una estación sismológica —clave en la red del SSN, dependiente del Instituto de Geofísica de la UNAM— instalada por decreto a inicios del siglo XX. Su edificio, de aire porfiriano, guarda los rastros de la ciencia que empezó a registrar nuestros movimientos telúricos con sismógrafos alemanes de péndulo vertical e invertido. Hoy, sensores modernos envían datos en tiempo real a la Ciudad de México.
Antes del sismo de 2022, ya había registro histórico. El escritor Roldán Peniche Barrera consigna en Yucatán Insólito un temblor trepidatorio ocurrido la mañana del 23 de abril de 1910, sentido en Yucatán y Campeche. Y los archivos refieren además dos sismos en diciembre de 1908 que motivaron el establecimiento de la estación meridana.
¿Y por qué tiembla aquí? Porque la placa de Yucatán —como explica Juan José Morales en La península que emergió del mar— es un bloque que se separó de África hace más de 200 millones de años y sigue desplazándose con lentitud. Como una cáscara de huevo resquebrajada, la Tierra ajusta sus piezas. La mayoría de esos ajustes son tan sutiles que no los percibimos; otros, como el de ayer en Ticul o el de noviembre de 2022, nos recuerdan que el subsuelo está vivo.
No hay motivo para el alarmismo, sí para la memoria y la información. En Yucatán sí tiembla. Ocurre poco, suele ser leve, pero está documentado desde hace más de un siglo.
Entre lápidas, moscos y papeles viejos, la crónica de hoy deja una certeza: lo inédito no es que tiemble en Yucatán; lo inédito sería olvidarlo.
