Por Kristel Guzmán
Mérida, Yucatán, 8 de noviembre de 2024.- Cada año, cuando llega noviembre, algo en el aire de Yucatán cambia. El aroma de los elotes, los charritos y las marquesitas recién hechas, el bullicio de las familias paseando, los colores de las artesanías, la música y los gritos emocionados de los niños en los juegos mecánicos. Es X’Matkuil, un evento que más allá de ser una feria, representa la esencia misma de lo que somos como yucatecos. La feria nos recuerda de dónde venimos, nuestras raíces en la tierra, en la agricultura, en el trabajo duro de manos que labran la historia de este estado. X’Matkuil es el corazón festivo de Yucatán, un espacio donde tradición y modernidad conviven.
Desde su nacimiento en 1974, bajo el nombre de “Feria Nacional Agrícola, Ganadera, Industrial y Artesanal del Estado de Yucatán”, su espíritu ha sido el de promover lo nuestro, lo auténtico, lo que nos hace únicos. En aquel entonces, la feria era un escaparate de lo mejor de nuestra producción agrícola y ganadera, una vitrina para mostrar al resto del país la riqueza de Yucatán. Con la presencia del presidente Luis Echeverría y el gobernador Carlos Loret de Mola cortando el listón inaugural, se abrió un espacio que buscaba dar voz y protagonismo a los campesinos, ganaderos, y artesanos que tanto han aportado a nuestra identidad.
Pero con el paso del tiempo, X’Matkuil ha crecido, y con ese crecimiento han llegado cambios inevitables. En 1995, el evento pasó a llamarse oficialmente “Feria Yucatán X’Matkuil”, nombre que ha sido un legado y permanece hasta este 2024.
Fue nombrada bajo el liderazgo de José Abraham Achach, quien tomó las riendas durante el mandato del gobernador Víctor Cervera Pacheco. Este nuevo nombre le dio una identidad más local, más nuestra, y cimentó a X’Matkuil como un evento profundamente ligado a la cultura yucateca. Durante años, fue el lugar donde las familias acudían no solo a divertirse, sino a celebrar lo que somos como estado, a ver y consumir productos que hablaban de nuestra historia y de nuestras manos.
Sin embargo, esa esencia de X’Matkuil ha enfrentado desafíos a lo largo de los años. Lo que comenzó como una feria para promover el comercio local, la producción artesanal y la ganadería, ha ido transformándose en un espacio donde las grandes marcas comerciales y el entretenimiento masivo han desplazado, poco a poco, a aquellos que solían ser el corazón del evento: los pequeños productores y artesanos. Con más escenarios de conciertos y menos énfasis en las exposiciones agropecuarias, el rostro de la feria ha cambiado, y no siempre para bien.
El abuso del alcohol en ciertos sectores ha empañado lo que antes era un espacio seguro y familiar. Las riñas entre personas bajo los efectos del alcohol se han vuelto comunes, afectando la percepción de la feria y alejando a muchas familias que antes acudían sin pensarlo dos veces y sin dudar, la problemática que ahora implica el tráfico para llegar o salir de X’Matkuil, nos hacen pensar que este escaparate ya no es para algunos, ese espacio de convivencia tranquila que una vez fue.
En medio de estos cambios y desafíos, X’Matkuil sigue siendo un reflejo de lo que somos como yucatecos. Somos un estado que abraza el progreso, pero que también se aferra con fuerza a sus tradiciones. X’Matkuil nos muestra que, aunque avancemos, no debemos olvidar nuestras raíces. El reto ahora es encontrar un equilibrio entre lo nuevo y lo viejo, entre el entretenimiento moderno y la promoción de nuestras tradiciones, entre la comercialización y el apoyo a nuestros productores locales.
El futuro de X’Matkuil dependerá de la capacidad de las autoridades de replantear su propósito sin perder su esencia. Si queremos que siga siendo un símbolo de nuestra cultura, debemos volver a enfocarnos en lo que lo hizo grande desde el principio: nuestra gente, nuestra tierra, nuestras manos. Que las marquesitas y los elotes, las exposiciones ganaderas y las artesanías, no queden opacadas por los grandes escenarios y las luces de los espectáculos masivos. Qué X’Matkuil siga siendo un espacio para la familia, un lugar donde podamos sentirnos orgullosos de lo que somos y de lo que hacemos.
Al llegar a sus 50 años, X’Matkuil tiene la oportunidad de reinventarse, de recuperar su esencia sin dejar de avanzar hacia el futuro. Este aniversario no debe ser solo una celebración de lo que ha sido, sino una reflexión sobre lo que puede ser en las próximas décadas. Un lugar donde nuestras tradiciones se mezclen con la modernidad, donde la cultura yucateca se celebre con orgullo, y donde cada familia que lo visite sienta que, a pesar de los cambios, X’Matkuil sigue siendo, en su esencia más profunda, nuestra Feria.