«Toquen otra, tengo la duda de si hay una grabadora»

El Gobernador Mauricio Vila Dosal visita a la Charanga de los Hermanos Rodríguez Magaña, los músicos más pequeñitos de Umán

Por Rafael Gómez Chi

Umán, Yucatán, a 17 de mayo de 2021.- Un mototaxi ralentizó su marcha cuando las señoras de a bordo voltearon a ver.

—¿Es él?

—¡Siiií!

El Gobernador Mauricio Vila Dosal ya saludaba a la Charanga de los Hermanos Rodríguez Magaña en su domicilio. El cronista rebotaba en los acordes de los timbales o tarolas tropicales, mirando al pequeño Pablo Ariel Rodríguez Mena golpearlas con cierta maestría, parado en una caja de plástico para alcanzarlas.

Arlet, de siete años, rascaba el güiro con un peine. Fabio Uriel, el gemelo de Pablo, le daba a un tambor, junto a su primo Eric Pat Magaña, en el bombo, mientras José Rolando, también encima de una caja de refrescos para estar a la altura, hacia sonar las otras tarolas. Todos dirigidos por Rolando Rodríguez Mena, hijo de otro Rolando, quien allá por los ochentas fundó en Umán un grupo tropical llamado Rolando y su Combo.

—¿Qué edades tienen? —preguntó Vila Dosal. Los niños y la niña dijeron sus edades, los gemelos cinco, la niña siete, José Rolando cuatro y Eric tiene once. “Maare están más chicos que mis hijos”, dijo Vila Dosal.

Una señora acechó en la puerta de la casa que da al patio. “¿Es la mamá?”, preguntó el Gobernador. “Es la tía”. “Venga para que la salude”, dijo. Miró de nuevo a los niños y a la niña.

—Que toquen otra, tengo la duda de si esto es una grabadora —bromeó.

Despejaron la incógnita con “El Cable”, famosa cumbia de moda en 1983 con Los Aragón, socorrida en la actualidad por cuanta charanga existe en la Entidad.

Pero esta charanga es peculiar. Se hicieron famosos en las redes sociales por ser quizá los más pequeños de Yucatán. Su oído musical no es extraño. Descienden de músicos y su padre les enseña diversos instrumentos para ver con cuál se sienten más cómodos. Viven en Umán, por el rumbo de La Guadalupana.

—Ustedes ya son famosos —dijo Vila Dosal a manera de saludo. Llegó al domicilio de los pequeños músicos solo, sin la parafernalia que acompaña a un mandatario, escoltas, ujieres, encargados de logística, monitores y “pull” de prensa. Nada de eso. La camioneta estacionó a un par de metros de la puerta, Vila Dosal descendió rápido de ella y entró a la casa.

Luego de escucharlos ejecutar dos temas, el mandatario les obsequió unos juguetes. Un bebé de poco más de un año veía la escena.

—¿Y el mío? —preguntó.

—¡Pero si tú no tocas aún! No le hace, toma, ya ves, no te quedarás sin nada —le dijo Vila Dosal.

Dos señoras ya se habían parado en la puerta con una bebé. Vila Dosal ya las había visto. Se les acercó y también le dio un juguetito a la pequeña.

—Nosotros íbamos a las corridas y a eventos, pero con esto de la pandemia empezaron a fastidiarse los niños, así que buscamos qué hacer, empezamos a ensayar, mostrándole los instrumentos y si les gustan seguimos, nos vamos despacio —manifestó el papá.

—Tengo que ver la manera de motivarlos con los instrumentos —agregó el señor y para que no quede duda interpretaron “El chinito Koy Koy”, destacada jarana yucateca a ritmo de seis por ocho de Rubén Darío Herrera.

—Fue una experiencia muy bonita que el Gobernador entre a saludarnos, se ve que es una bella persona, así sentimos su presencia —dijo el músico.

Y, ya se sabe, vinieron las fotografías. “Una con usted y la familia”, pidieron los Rodríguez Magaña. La señora de la casa le entregó al mandatario dos cajas de pastelillos y Vila Dosal les agradeció la cálida recepción.

Al salir a la calle la señora con la bebé le pidió una foto. Antes de acceder miró con cierta ternura a la bebé y pidió abrazarla. La nena rompió en llanto una vez en los brazos del Gobernador.

—Maare, veo que ya perdí el toque —dijo Vila Dosal y se despidió sonriente.