Por Pilar Faller Menéndez
«El amor no mira con los ojos, sino con el espíritu:
por eso pintan ciego al alado Cupido». Shakespeare
Uno de los símbolos del amor es Cupido al cual se le identifica como un niño con alas armado con un arco y flechas las cuales dispara tanto a dioses como a humanos, provocando que éstos se enamoren profundamente. Algunas veces, también se le representa con los ojos vendados con el fin de mostrar que el amor es ciego.
Cupido también vivió su propia historia de amor, la cual fue narrada en la novela latina de Apuleyo en el siglo II de nuestra era, titulada “El asno de oro” o “La Metamorfosis”. En la antigua Grecia, Cupido fue conocido como Eros, quien era el hijo de Afrodita, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Para los romanos era el dios del amor, hijo de Venus y Marte, dios de la guerra.
Era el ayudante de Venus, su madre, y dirigía la fuerza del amor, la cual llevaba a los mortales. Era carismático y pícaro, aunque algunas veces cruel con sus víctimas, ya que este niño no tenía escrúpulos. Llevaba consigo dos clases de flechas: unas eran doradas, adornadas con plumas de paloma las cuales provocaban un amor instantáneo y las otras, eran de plomo con plumas de búho, las cuales provocaban la indiferencia. Cupido sabía el poder que tenía, y muchas veces desobedecía a las peticiones de su madre y otros dioses, de no interferir en el curso de la vida de algunos mortales, por lo que provocaba problemas frecuentes a los dioses.
Apolo, el Dios de la belleza, una vez hizo una broma sobre las habilidades que tenía como arquero, lo cual enfadó a Cupido por lo que hizo que éste se enamorara de Dafne, una ninfa y a ella le lanzó una flecha con la punta de plomo. Dafne le pidió ayuda a Peneo, el Dios de los ríos, y éste la transformó en un árbol de laurel que se consagró a Apolo.
Entre travesuras y rebeldía, Cupido cumplía con su cometido, pero con el paso del tiempo, Venus comenzó a preocuparse al ver que el niño no crecía, por lo que fue al Oráculo de Tamis a buscar una respuesta al respecto. La cual fue que “El amor no puede crecer sin pasión” pero Venus no entendió la respuesta del oráculo hasta que nació su otro hijo Anteros, quien fuera el Dios de la pasión. Cuando Anteros estaba junto a Cupido, éste crecía y se volvía un apuesto joven, pero al separarse, Cupido volvía a tomar la forma de un niño.
En la Tierra de los mortales habitaba una princesa que se llamaba Psique, que quería decir Alma, la cual tenía una gran belleza, pero no había podido encontrar marido, ya que aquellos hombres que la idolatraban, no se sentían dignos de ella, por lo que su padre acudió al oráculo de Delfos para encontrarle a Psique un buen marido, pero el oráculo predijo que su hija encontraría el amor en un precipicio, y que su marido sería una serpiente alada y poderosa que llegaría a ella y la haría su esposa.
Al ver a Psique, Venus se sintió celosa por su belleza, por lo que le pidió a Cupido que hiciera que ésta se enamorara locamente del hombre más despreciado y feo del mundo. Cuando se enteró que Psique se encontraba en el borde del abismo, mandó a su hijo para que le disparara sus flechas, pero al verla, Cupido se enamoró profundamente de ella, y se convirtió en el apuesto joven.
En contra de su madre, Cupido con su magia llevó a Psique a un castillo aislado en donde se casó con ella, pero con la condición de que al ser ella un simple mortal, tenía prohibido mirarlo. Cuando Psique lo sentía cerca y escuchaba su dulce voz, no sentía temor, y tenía la seguridad de que no se trataba de un monstro, sino del amante esposo que siempre había deseado. Cupido la visitaba todas las noches pidiéndole que no viera su rostro.
Los dos eran sumamente felices, hasta que Psique fue convencida por la envidia de sus hermanas, de romper la prohibición que habían hecho los dioses, por lo que miró el rostro de su marido, por lo que fue castigada con el abandono de Cupido que con gran tristeza le dijo: “El amor no puede vivir sin confianza”. Psique fue expulsada del castillo y se dedicó a recorrer el mundo en busca de su amado, teniendo que superar los desafíos peligrosos que Venus le había impuesto.
La última instrucción que Venus le diera a Psique era llevar una pequeña caja al inframundo, ya que tenía que llevarle a Prosperina, la esposa de Plutón un poco de belleza. También fue advertida por Venus de que no debía abrir la caja por ningún motivo, por lo que Psique se alistó para realizar este viaje, durante el cual tuvo que enfrentarse a muchos peligros los cuales puedo sortear gracias a los consejos que le habían dado. Pero desgraciadamente la curiosidad pudo más, y abrió la caja, e inmediatamente cayó en un sueño profundo que parecía la muerte. Al encontrarla Cupido, le quitó el sueño mortal de su cuerpo y lo puso de nuevo en la caja, perdonándola al igual que Venus. Psique luchó tanto que logró conmover a los dioses que la convirtieron en diosa para poder reunirse con Cupido.